domingo, 29 de noviembre de 2009

Oráculo del final de noviembre.


Por la ventana entra la luz de un nuevo día; y no es, precisamente, una luz alegre. Es más bien rácana y escasa, la luz mustia de finales de otoño en un país que está ubicado muy al norte. Yo me siento ante este pequeño aparato que me vincula al mundo y miro la hoja blanca que se dibuja en la pantalla. Demasiado blanca, demasiado impoluta y demasiado vacía

Así comienza el post escrito por nuestro amigo Antonio Álvarez Gil ayer sábado 28.

Esta es la última mañana del penúltimo día de noviembre, este último domingo gris, de finales de otoño. Desde la madrugada llueve a intervalos. Chubascos fríos. La humedad se cuela por las ventanas. Se oye el motor de algún coche pasando lento, lejano. El resto es silencio y rumor de lluvia.
El marco es ideal para los pensamientos tristes; para darnos un atracón de pesimismo; para sacar junto con la ropa de invierno que lleva meses en cajas, las incertidumbres y los desalientos. Lo mismo allá en Estocolmo que aquí en Málaga.
Hay tantos problemas por resolver, tanto por desatascar y remover, tanto que solucionar, ya sea a nivel personal-familiar, que a otros, a nivel cumbre de estados.
A mi la tristeza, como la lluvia, se me derrama en enfado, para caer a desconsuelo y resbalar pecho abajo hacia la apatía, la indiferencia, la inmovilidad, y que salga el sol por donde le plazca, o no, que se quede todo gris y nublado y llueva, como hoy.
Llevo mucho tiempo disfrutando la lectura de El blog de Álvarez Gil. Hace pocas semanas nos dio la alegría de que resultara premiado en un concurso literario aquí en España. Yo me alegré tanto que me incluí en la lista de seguidores de su blog.
Sus escritos son a veces síntesis de mis propias conversaciones familiares, cuando evaluamos el tema Cuba, o cuando sus reflexiones coinciden asombrosamente con eso mismo acerca de lo que yo pensaba escribir. Me ha ocurrido en más de un par de ocasiones el tener una idea, una opinión o un punto de vista que expresar y descubrir que Antonio ya la ha sintetizado en un post, con sentido y buen gusto. Y con inteligencia y con sentimientos que uno percibe genuinos.
No le había escrito a Antonio Álvarez Gil para felicitarle por su premio, o para decirle por qué leo lo que escribe.
Pero esta mañana de domingo lluvioso he desayunado leyendo su crónica con ese gris que imagino en Estocolmo, y mi amigo me deja el resto de la mañana dándole vueltas a las líneas del párrafo que cierra el escrito. Lean:

¿Qué traerá, después de todo, el año próximo y cómo será el futuro de la Isla? Me gustaría interrogar a algún oráculo sobre el destino de mi pueblo. Pero los oráculos ya no existen y no creo probable que aparezca alguno por aquí. Si lo hiciera, si yo le preguntara, estoy seguro que se encogería de hombros y movería con desaliento la cabeza. Quizás incluso diría que ni él puede responder a una pregunta tan difícil.

Yo tampoco, pero lo he intentado.
Mi primera intención fue llamar por teléfono a mi amigo Ariel, que es, para quien no lo sabe, una autoridad en estos temas desde hace más de treinta años. Ariel Miranda es el autor, entre otros libros, de I Ching Métodos de Consulta Tradicional y Avanzados que es el resultado de décadas de estudio sobre la forma en que los antiguos chinos intentaban leer en los hilos del futuro.
¿Cuál es la conexión entre la pregunta y la posible respuesta? Lo ignoro. ¿Por qué la pregunta apropiada produce la respuesta acertada? También lo ignoro. ¿Cuánto influye la mente de quien pregunta en el resultado de la respuesta? Es evidente que el pensamiento, la energía del cerebro tendrá algo que ver. Supongo.
A mediodía ha escampado.
Consulté el I Ching por mi cuenta (y riesgo) Y también por mi amigo Antonio, y por mi hijo, que sigue en paro, y por el temor de que no alcanza el dinero para todo el que necesita ese pequeña ayuda económica que llegará en forma de regalo navideño, y por el miedo a enfermar y no sentirnos protegidos, y por la pena de la distancia y la soledad de quienes se van y se van y se van. Consulté por mi alumna que sortea un cáncer con tai chi, por esos a los que quiero de todo corazón ayudar en medio de una impotencia paralizante. Y porque sea la que sea, necesitamos algunas respuestas para vivir.
Proyecté mi mente sobre esa pantalla: Demasiado blanca, demasiado impoluta y demasiado vacía… No hice trampas, simplemente reuní todas las preguntas en esa sola interrogante que nos angustia; apreté una tecla, y lo que obtuve fue esto:

TAI / PAZ

Las influencias de ambos trigramas están en armonía, de manera que todas las cosas brotan y prosperan.

EL JUICIO:
"Paz. Pequeñas partidas, gran aproximación. Buena fortuna. Éxito".
El cielo sobre la tierra permite desarrollar su poder en unidad y armonía. Paz y bendiciones descienden sobre todas las cosas vivientes. Es una época de armonía social; los que se encuentran en alta posición favorecen a los inferiores y éstos a, su vez se encuentran bien dispuestos hacia los superiores. Terminan los feudos. Al centro está el principio de la luz, que tiene una poderosa influencia y somete a la oscuridad. Cada uno recibe lo que merece.

LA IMAGEN:
"Cielo y tierra unidos; la imagen de la paz. El gobernante divide y completa el curso del cielo y de la tierra; proporciona y regula los dones del cielo y la tierra y así ayuda al pueblo".
Se trata de una época de prosperidad general. Toda esta corriente de energía debe ser regulada por un gobernante apropiado, de manera de aprovecharla lo más posible.

LAS LINEAS:

Nueve en la base significa: "Cuando se tira del pasto, la tierra también sale. Cada uno de acuerdo a su naturaleza. Las empresas traen buena fortuna".
En tiempos de prosperidad todos los hombres capaces pueden ser llamados a asumir una tarea.
El propósito de todo hombre debe ser cumplir con algo.

Nueve en el segundo lugar: "Paciencia con los que carecen de nobleza. Vadear el río con resolución, no descuidar lo que está distante. No mirar a los acompañantes: uno puede guiar la caminata por, el medio".
En tiempos de prosperidad es necesaria la nobleza de carácter para tratar con las gentes
imperfectas. En las manos de un gran maestro ningún material es inútil, puede encontrarle uso para algo. Generosidad no significa dejación o debilidad. Justamente en los tiempos de prosperidad debemos estar más dispuestos a emprender tareas peligrosas, como cruzar un río si es necesario. Tampoco descuidar lo que todavía está distante, sino que prepararnos escrupulosamente para cualquier cosa. La división en facciones debe ser evitada cuidadosamente. Cada uno debe encontrar el mejor medio para la acción.

Nueve en el tercer lugar significa: "Ni llano, ni compañía en la pendiente; ni seguidores al retorno. El que persevera en el peligro no tiene reproches. Sin reclamos sobre su sinceridad; aprovechar la buena fortuna mientras se posee".
Todo en la tierra puede cambiar. La prosperidad es seguida por la declinación. El daño puede ser alejado temporalmente pero no abolido. Siempre vuelve. Está convicción nos permite no ilusionarnos cuando llega la buena fortuna. Si continuamos temiendo el peligro, evitaremos los errores. Mientras el hombre fuerte y rico no se deje tentar por la fortuna y permanezca superior al destino, la fortuna no lo abandonará.

Seis en el cuarto lugar significa: "Cae en un estado de agitación, no se jacta de su salud junto a su vecino, cándido y sincero".
En los tiempos de confidencias mutuas, la gente de situación elevada toma contacto con los inferiores. No se debe a la fuerza de las circunstancias sino corresponde a sus sentimientos. La aproximación es espontánea, porque está basada en una convicción íntima.

Seis en el quinto lugar significa: "El soberano da su hija en matrimonio. Esto lo hiere y le trae la mayor fortuna".
La hija, aunque su marido sea de, rango inferior, debe acatar su voluntad. Trae felicidad.

Seis en la cima significa: "La muralla cayó en el foso. No usar las armas ahora. Conozcan por dentro su propio pueblo. La perseverancia trae mortificación. La hora de la sentencia está próxima".




sábado, 28 de noviembre de 2009

Arborícola yo.

Si fuese un árbol sería un guayabo, quizás un primo hermano del peral o del membrillo.
Del peral por la similitud en las frutas, y del membrillo por la flexibilidad de las ramas. Un guayabo en el patio de mi casa fue mi parque de atracciones particular, un compañero de juegos.
Aferrado a una horqueta, me balanceaba en la punta de una rama elástica hasta que mis pies casi tocaban el suelo y el impulso me disparaba hacia lo alto (sin casco ni rodilleras).
En literatura he encontrado párrafos magníficos en los que Carpentier describe el lenguaje de los árboles; todos los poetas mencionan las conversaciones de las hojas con el viento. Se sueña bajos los árboles, se medita, se descansa.
Algunas sombras se evitan como la del guao. En Botánica de los Orishas se dice del guao que su dueño es el diablo, Oggún y Zarabanda, que no hay palo más endiablado en el monte, ni mejor para matar, desbaratar, reventar, acabar con todo. El espacio de tierra en el que brota es igualmente pernicioso.
La maldad es natural en el guao y nadie se atreve a tocarlo; el más ligero contacto con este árbol produce inflamación y fiebre. Con esta planta no puede hacerse más que daño, su sombra, sus efluvios, todo en él es maligno.
Jugar y hablar con los árboles es algo natural para los niños; por eso luego no me ha extrañado, sino por el contrario, me ha entusiasmado la idea de ejercitarme en la técnica de sacar energías de ellos.
Ese de la foto es mi preferido. Está en el Paseo del Parque, en el centro de Málaga. Es un ginkgo biloba. Si alguien consulta información sobre ese árbol encontrará curiosidades asombrosas (corto y pego de Wikipedia y otras páginas) Lean:

-Después de la bomba atómica de Hiroshima, fue uno de los pocos árboles que quedó en pie en las cercanías del epicentro, por lo que se lo conoce como portador de esperanza.
-El nombre original de este árbol en chino es "albaricoque plateado"(銀杏; yín xìng, en caracteres simplificados).
-Es un árbol único en el mundo, sin parientes vivos. Está clasificado en su propia división, la Ginkgophyta, siendo el único miembro de su clase, orden, familia y género. Contiene una única especie, el Ginkgo biloba que constituye uno de los mejores ejemplos de relicto o fósil viviento conocido.
-Originario de China. Puede llegar a vivir un milenio. Se ha usado con fines ornamentales desde hace siglos. Puede florecer en diferentes climas del mundo, sin embargo, crece principalmente en China y Corea, en el sur y el este de Estados Unidos, el sur de Francia, y en ciudades de Uruguay, Argentina y Chile.
-Desde hace siglos se ha utilizado por sus acciones terapéuticas, especialmente por la medicina tradicional china, y las hojas del árbol se usan en la herbolaria moderna.
-El ginkgo moderno es un fósil vivo, con fósiles claramente emparentados a él que datan del Pérmico, hace 270 millones de años. Al final del Pleistoceno, los fósiles de Ginkgo desaparecieron de todos los registros a excepción de una pequeña zona de la China central donde ha sobrevivido la especie moderna.
-De las hojas del ginkgo se obtiene un extracto que posee flavonoides(ginkgoloides y heterósidos) que al ingerirse aumentan la circulación sanguinea central y periférica, y como consecuencia se hace más eficiente la irrigación de los tejidos orgánicos.
-Esto beneficia a las personas en edad madura y senil, ya que sus organismos pierden capacidad para irrigar adecuadamente los tejidos (especialmente el cerebro y eso provoca la pérdida de memoria, cansancio, confusión, depresión y ansiedad). El consumo de Gingko aminora estos síntomas y además también hace más eficiente la irrigación en el corazón y las extremidades.

Pues bien, es nada más y nada menos que de esa maravilla de árbol de donde yo pretendo obtener energías según las tecnicas del taci chi y del qi kong. Para ello hay que adoptar una cierta postura de conexión con la tierra y proyectar las palmas de las manos.
Yo me enamoré de él desde que lo ví, una primavera distinguiéndose del resto con ese brillo de vidrio verde en cada brote. Su energía me envuelve cada vez que paso junto a él, sus "efluvios". Siempre he sentido que me llamaba, que quiere atraer mi atención.
El problema es que, como se ve en la foto de este otoño, el ginkgo está en el camino de un parque. Y aunque me muero por intentarlo, me pongo a pensar en las personas que pasan por ahí y puedan verme en plena faena de concentración y respiración, sonrisa interior y culo ligeramente contraído, como está dispuesto; conectando la espina dorsal, relajando los músculos, extendiendo los tendones, centrando el aliento en la cintura, en las plantas de los pies, en las palmas de las manos, para sentir ese burbujeo como de aire fino y eléctrico en las yemas de los dedos. Dentro de mí me lo puedo estar pasando pipa como cuando me daba por galopar en la punta de la rama de un guayabo. Pero no sé qué efecto causará observado desde fuera, desde el punto de vista de alguien que no conoce a ese señor canoso con barba blanca tipo Papá Noel, que está como en estado de trance junto a un perro y frente a un árbol dorados.


martes, 24 de noviembre de 2009

Des-uni-formándonos.


¿Cuáles serán los estereotipos visuales en las artes marciales del futuro? ¿De qué material se harán los trajes para los entrenamientos, las zapatillas? ¿Seguiremos vistiéndonos de negro, con kimonos, y cinturones de tela?
Pienso en ese kimono negro que he tenido que ponerme en pleno mes de julio, o de agosto. Hecho con ese mismo algodón grueso de los uniformes militares cubanos. Ha sido como el uniforme del tai chi para clases, demostraciones y seminarios.
Jamás un uniforme ha conseguido “uniformarme” y que me sienta unido a grupo alguno. Y de los estereotipos desconfío bastante. Impiden ver más allá de un contorno o de un color plano.
Me puse el kimono por respeto a mis maestros y como símbolo exterior, como muestra de tomarme en serio mi deseo de aprender de la forma más sincera y auténtica posible algo procedente de una cultura ajena y lejana. He destacado tres palabras en este párrafo.
Ese uniforme lo he llevado con ese respeto inicial y con el afecto que se le toma a un compañero de viaje.
Viaje durante el cual he avanzado machacando y desmontando estereotipos, primero por esa necesidad imperiosa de saber, de conocimiento, y segundo porque yo también provenía de otra cultura cuando llegué a un cruce de caminos y ahí estaban esos chinos para mostrarme cual podría ser una de las tantas sendas a tomar en ese mapa milenario del tai chi.
Así que, aunque la mayor parte de mis entrenamientos de todos estos años los he hecho con camiseta y chándal y zapatillas flexibles, y he practicado en parques, en caminos forestales y en la playa y hasta en el aparcamiento de los bajos de un edificio en Madrid, cuando vivía frente a la boca del metro del Barrio del Pilar; no he dejado de sentir ese mismo respeto que me impuse como código ético cuando me comprometí a transmitir este arte, a copiarlo lo más fielmente posible y estudiarlo por dentro y por fuera hasta llegar a entenderlo (por dentro y por fuera) Me comprometí con la esencia. Nadie me obligó.

Y porque provenimos de otra cultura; cuando en nuestra casa invitamos a una comida cubana, mi hijo y yo nos curramos la calidad de las recetas, sabemos hacer auténticos picadillos a la habanera, tostones crujientes, enchilados de camarones un día de fiesta; servimos legítimos e inconfundibles mojitos -y un modesto etc.-. Resumido en tres palabras: auténtica comida cubana. Intentamos trasladar esencias palpables; que se pueden distinguir con el paladar. Mi ideal de camarones enchilados parte del sabor que descubrí y me guardé en la boca en el banquete de la remota boda de mi tía Vina. Yo tenía seis años. Camarones con arroz blanco, no digo más.
Esencias orientales o cubanas, o andaluzas, o yorubas. Todos aspiramos a lo más auténtico y legítimo que, paradójicamente es el resultado de mezclas y revueltas, y resultado también de roturas de estereotipos, dogmas, moldes y clichés.

En los años en que comenzaba a aprender tai chi, cuando vivía en ese Barrio del Pilar de Madrid, una amiga llegó a nuestra casa trayendo un joven italiano que quería conocerme.
Los espaguetis de la cena de aquella noche los cocinó el italiano, no digo más.
Mi amiga estaba embelezada con el italiano que era simpático y encantador. El muchacho estudiaba en una universidad madrileña y además en su tiempo libre aprendía tai chi. Resultó que ambos practicábamos el mismo estilo con los mismos profesores. Por ahí se fue gran parte de nuestra conversación durante aquella noche. Mi amiga estaba encantada con el resultado del encuentro, y se moría de curiosidad por ver en la práctica eso de lo que tanto habíamos hablado. Como digo, vivía frente a una de las entradas del metro y tenía por costumbre bajar a despedir a mis amigos. En el espacio del aparcamiento, entre mi edificio y la plazoleta junto a la boca del metro, el muchacho y yo nos pusimos a hacer la tabla básica de 24 movimientos que dura unos cinco minutos.
Uno junto al otro, uno detrás del otro, girando en la misma línea, al mismo compás, mirándonos a los ojos con esa cierta complicidad y cierto asombro. Porque nos movíamos al unísono, como si nos conociéramos de toda la vida. Y porque “sabíamos” que estábamos sintiendo, experimentando lo mismo.
Un italiano y un cubano en un lugar de Madrid, unidos por algo que un chino aprendió de un hindú. No digo más.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Mensajes desde el ¿más? allá.


Mi amigo M me manda este fragmento en un correo:

"Riki, te parecerá sorprendente, pero anoche he conversado, reído, y llorado en sueños con nuestra inolvidable Charito. Yo le decía cuán agradecido le estoy a ella y a Maru por enseñarme a enseñar, por tantísima ayuda que me dio. Por tanto buen consejo, por tanta clase observada de un recién graduado, y los errores sólo los apuntaba para ayudarme a corregirlos, pero jamás para reportarlos. Así le hablé en sueños."

Y yo le respondo:

Qué bueno ese sueño que me cuentas, M. Yo tuve uno muy parecido hace poco con Norbe. Me daba un abrazo de despedida, es lo que más recuerdo de ese sueño. Estoy escribiendo algo acerca de ese sueño, y de los maestros también, ese sentimiento de agradecimiento por todo lo que aprendiste con nuestras buenas amigas para dar buenas clases, fíjate tú qué casualidad.
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Cuando llegó el momento en que Mariíta, la madre de Norberto se iba de este mundo, yo estaba ahí; allá en el hospital Calixto García de La Habana. Norberto se negaba a comprenderlo, y sobre todo a aceptarlo, quizás por eso no entendía, no veía que su madre se apagaba ente sus ojos. Hasta me lo preguntó: “¿Se está muriendo?” Yo asentí con la cabeza.
Su dolor era inconsolable.
Y así estuvo días, semanas. Volvió a su trabajo de guionista, tecleando en su habitación de siempre, en su vieja máquina de siempre. Y a veces paraba para llorar. Se secaba los mocos y seguía tecleando. Lo más triste era que el pobrecito mío tenía un contrato con Radio Cadena Habana para escribir un programa humorístico. Vivía de eso por aquella época.
Mariíta vino a uno de esos estados de semi-sueño en el que voy a quedarme dormido o a despertar. Y me pidió que le diera un recado a Norbe, que ella quería que él estuviera tranquilo y feliz, que si no se conformaba, al menos que comenzara a sentir cierto consuelo.
Recuerdo la escena exacta. Yo pedaleando en una de mis tantas bicicletas llevo al Norbe en la parrilla, rumbo a su casa y le cuento el sueño, y le doy el recado de su madre.
Concluimos que “a lo mejor” era un mensaje. Ambos vivíamos nuestra época marxista-materialista furibunda y no creíamos en nada divino que no fuera un producto humano.
Pero funcionó. A partir de que recibiera el mensaje.
A mí también me ocurrió lo mismo, de la misma forma casi. Veinte años después. Norbe vino a uno de esos semi-sueños. Ocurrió poco antes de que comenzara a escribir este blog, en la víspera del primer año de su muerte. Veo la escena: Yo acababa de llegar a Cuba en una especie de viaje sorpresa hacia el pasado, y en el patio de la casa de mi infancia están mi madre, mi hermano pequeño y un Norberto joven, rozagante y risueño que me da un abrazo grande, hondo, de bienvenida. Abrazo de bienvenida.
Para despedirse.
Es que yo no lo dejaba ir.
Ese abrazo fue reconfortante, lo sé porque desperté con su calor, aún en mis hombros y en el pecho. Me acomodé en la cama, regresando a esta realidad sin él, pero conservando esa emoción de los reencuentros, de cuando aún éramos jóvenes y ya sabíamos que nuestra amistad iba a ser para siempre. No me había dado ningún mensaje, sólo el calor de su alegría desbordada al verme llegar. Suficiente para que yo entendiera.
A mí también me funcionó.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Paradoja con la boca cerrada.

A los ojos de la generación de mi hijo soy como del otro siglo, del siglo de atrás.
Atrás y atraso vienen de la misma familia. Atrasado en tecnología, en conceptos.
Atrasado es también antiguo. Mis ideas antiguas chocan con las modernas y atrevidas de los muchachos que quieren discutir y no saben cómo.
Resulta que no les dejan discutir porque no saben hacerlo, es una de las razones de la versión oficial que justifica la censura y el control sobre la libre expresión en las redes cubanas. Los jóvenes cubanos no saben discutir, y les tapamos las bocas, los mandamos a callar.
Pero ellos tienen cosas que decir, y desean ser escuchados. Muchos se expresan de ese modo: discusión y bronca en candela.
¿No sería mejor empezar por enseñarles a debatir para poder escucharnos? Sacar la escandalera del solar o de la estación de policía, de la esquina caliente; cambiar el escenario y cambiar el tono. Cambiar el escenario por la sombra de un árbol, o la orilla de una playa, o la escalinata de la universidad, y hablar, y distinguir hasta encontrar el hilo del dialogo entre el ruido de las quejas, las burlas y los reproches.
Habrá que enseñarles y que les den forma a las ideas y esperanzas que subyacen bajo las quejas; que ahora mismo se están resumiendo en libertad de expresión, de asociación, libertad para Internet, para los presos de conciencia, para entrar y salir de tu país, para aportar, para cambiar, para decidir.
La lista se parece muchísimo a los anhelos de la generación de mis padres, de la mía. Los viejos y anticuados anhelos siguen ahí, como sueños del futuro. Paradoja.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Mi bicicleta y el Meditante.



En el post anterior terminaba meditando bajo un puente. Luego voy y me encuentro estas esculturas misteriosas a lo largo de el Paseo del Parque, en el centro de Málaga. “Meditantes”, dije cuando las vi.
Aunque aparece en varias publicaciones, la palabra no está reconocida por el Diccionario de la Real Academia, dice que la correcta es meditador, o meditadora; pero yo necesito escribirla como con gerundio, o como adjetivo convertido en nombre, (en función nominal dirían los gramáticos) La acción está ocurriendo mientras la observo.
Me gustan las palabras nuevas. O las antiguas recicladas y re-adaptadas a nuevos usos.En inglés acabo de aprender: “netizen” ciudadano de Internet (citizen of the Internet) Blogacción también es otra; desconocida hasta hace pocos días. Accionar con los blogs para ver si quienes tienen que re-accionar lo hacen.
Sentado esta vez en un banco de ese parque, mirando las estatuas en hilera; meditando sobre lo meditado; quiero decir, con la mente tranquila, los pensamientos en orden, comparando, asociando, deliberando conmigo mismo.
Llego a los siguientes resultados:
Si tres días después de ir al cine; las imágenes de una película relampaguean como flashes en mi memoria; si esos relámpagos contienen como síntesis de mensajes, o, y sobre todo: preguntas que uno debería o querría contestar; entonces la película que he visto es buena. O yo he visto otras cosas y quizás me invento historias que la película no tiene. Me refiero a Ágora, de Amenábar. A otros no les ha gustado, quizás no lo que han visto, sino de la forma en que se les presenta la historia. Yo salí del cine recordando otras imágenes, las de los talibanes reventando aquellos budas centenarios, esculpidos en las rocas de una montaña. Hace menos de una década.
Hypatia de Alejandría y Yoanis Sánchez han sido dos de las mujeres que han ocupado mi mente durante estas reflexiones concentradas.Yoanis tiene razón. Esta muchacha está dando la cara por muchos de nosotros, cubanos de adentro y de afuera, dice lo que pensamos a solas, lo que se comenta en voz baja en la cocina o en el patio de la casa. Ella da la cara. Es el rostro de la nueva sociedad civil. Uno de los rostros. Leo su blog para encontrar esa pequeña crónica diaria que envía, como si su visión alternativa fuera los recados y los comentarios de mi mamá Emilia cuando evalúa su entorno, allá en San José donde nací.
Algunos lectores del blog de Yoanis temen por ella. Le piden que se cuide, que ande con pies de plomo para que no le tapen la boca y la metan presa.
Eso no ocurrirá mientras miles de personas sigamos entrando a su Web. Espero.
De lo contrario va camino de convertirse, o de que la conviertan en la próxima Aung San Suu Kyi, premio Nóbel de la Paz y líder de la oposición birmana, quien lleva años encerrada en su casa, presa y muda, por enfrentarse, ella también, a un gobierno dirigido por militares. Yoani se define en su blog como "peregrina inmóvil". Me oprime el corazón que latía tranquilo, como bombeando el hilo de mis pensamientos.
Nuestra memoria colectiva, alternativa y extra oficial, está quedando en estas páginas, enganchadas en bytes Efímeras, frágiles.
Recojo la bicicleta y vuelvo a casa.