domingo, 28 de marzo de 2010

Incatalogable


Posted by Picasa

Vaya, otra palabreja que no existe

En uno de los comentarios de este blog puede leerse:

Hola Ricardo: me encanta tu artículo, por lo que me resuena en mi conexión con la música. Siempre he amado la música, de hecho mis vecinos me llaman "la vecina de la música". Pero, desde que murió Raquel no puedo escucharla porque me pongo tan triste que me dan ganas de saltar por la ventana. Si sabes algún método para superar esto, te agradecería me lo cuentes, porque echo de menos mucho mi música. Un abrazo. Teresa. (Ver “Bimbó para la Virgen")

Ay! Tere. No creas que he dejado de buscarle respuesta a esa consulta, “si sabes algún método para superar esto”… Ojalá supiera.

Pero mira tú por donde ayer descubrí un bicho de luz en esa selva de la música que crece en Internet. Es una mujer que hace una especie de jazz incatalogable. En el escenario se rodea de otros ejecutantes y saca su música de un arpa electrónica.

Y me acordé de ti. A lo mejor escuchar esa pieza que incluyo en el post de hoy te produce algún efecto curativo.
A mí, por momentos me hizo reír y me emocionó, como cuando vivíamos enganchados a nuestras aventuras favoritas en las radionovelas de la infancia. Lo que vas a escuchar tiene por momentos ese toque de cortinilla radial, de personaje que se expresa a través de los sonidos que emite.

También tiene de radio porque la artista cuenta historias y las mezcla con la música que crea.
En la grabación se escuchan las risas del público y la voz de la arpista que explica la relación de la pieza musical con su título: Under the bed (Bajo, o debajo de la cama) Menciona esas cosas extrañas reales o imaginadas, que se esconden bajo las camas. Durante los dos primeros minutos de la grabación la artista habla, y dice más o menos esto:

¿Alguna vez te has preguntado acerca de cosas…, cosas profundas, oscuras…en lo profundo de la oscuridad nocturna… ¿has pensado acerca de cosas importantes, ya sabes, preguntas importantes… cuestiones vitales, preguntas acerca de la realidad?, cosas como: ¿Qué hacen los muebles cuando te vas de vacaciones? (Risas) ¿Y qué pasa con todas esas cosas en la nevera? Quiero decir, ¿qué hacen cuando cierras la puerta? ¿Y qué me dicen de todas esas cosas raras, repugnantes, sucias, vergonzosas, bajo la cama…? (Risas) ¿Te preguntas por qué algunas noches no puedes dormir? Es por esas cosas bajo tu cama, te llaman, escuchamos sus patitas correteando, sus cuchicheos entre ellos acerca de ti, golpean en los muelles de la cama, te llaman por tu nombre… (Risas) Bueno, esta melodía es acerca de todas esas cosas que están bajo la cama, todas esas cosas que siempre han estado y estarán bajo la cama…

Ojalá esos minutos de música sean como una escoba que saque y barra las alimañas raras que se esconden under your bed…

Para escuchar pincha en el link
Deborah Henson-Conant, Diekmann, Tulloch – Under The Bed: Introduction / Under The Bed

sábado, 20 de marzo de 2010

Esto es redondo y gira


…para un solo lado, en una sola dirección.


Por eso, tal y como se esperaba hoy, a las 18 y 32, hora peninsular española, llegó oficialmente la primavera.
Aa leluya, lele luya.
Aunque ya veremos si también ocurre eso de “En abril las aguas mil” y tras este invierno de inundaciones y charcos nos tocará sacar los botes y salir remando a tierras altas.
La foto que acompaña este escrito de hoy la he descargado de Internet para ponérmela de salva pantalla. Es un patio andaluz con su olivo y su naranjo y los colores casi en estado puro, es una imagen intemporal del equilibrio. Un patio como el que sueño tener alguna vez en algún rinconcito de Málaga.
Soñar, hoy es permitido, me justifico con la fecha y la foto.

Se puede con-soñar, compartir los sueños decididos. Y una de mis decisiones más recientes, certeras y seguras, es la de quedarme ya a vivir en Málaga (obsérvese el uso del adverbio ya) Aunque parezca mentira, desde que me fui de Cuba hace casi veinte años, no he tenido muy claro dónde asentarme, es-ta-ble-cer-me; que eso ocurren en la mente de la persona, aunque los empadronamientos y papeles de identidad digan que vives en la dirección tal o la mas cual.
Con los lugares para vivir ocurre como con las personas para vivir. Se te pone delante, o llegas a él, lo miras y piensas, éste, me voy a quedar aquí; ésta, me voy a quedar con esta casa, o esta persona. O lo contrario. Sabes tú que eres quien va, quien anda de paso por los lugares y las vidas de los otros.

Vaya trova que estoy metiendo esta tarde. Primavera pura y a pulso. Primavérico total.
Es que me quedaré en Málaga, y lo sé desde hace varias semanas. Estuve a punto de escribirlo en este blog, pero no encontraba el modo de abordar el tema. Así que hoy me ha dado el punto y lo cuento: A principios de año, entre las gestiones que hice cuando me cambié de sucursal bancaria agregué una: Me he hecho un seguro de muerte, de los prácticos tirando a baratitos, hay que ser sencillos así en la vida como en la, (otra?)

Por consiguiente tuve que ver documentos y formularios que son como un catálogo sobre el tema. La oferta sepulcral que vi era tentadora, o cuando menos deslumbrante, aquí uno puede elegir morirse con la categoría que jamás tuvo en vida. Elegir y pagar (en efectivo o por tarjeta), total si elegir tu funeral va a ser el último pedido que uno encargue, y en esta sociedad de la abundancia es como para tirar la casa por la ventana; el mercado de la muerte ofrece catafalcos de oro, acero, níquel, bronce, maderas nobles… Interiores acolchados en raso, seda, o damasco. Arreglos florales alegóricos. Capillas, iglesias, teatros, alguna catedral o hasta algún estadio si se negocia bien el precio de antemano. Limusinas fúnebres, coches de caballos blancos o negros a elegir, música de cámara, coro de cámara, o banda municipal previo aviso, y hasta plañideras gitanas contratadas por obra y servicio si hace falta.

No puedo jurar que así es como aparece en los papeles que firmé, gran parte he tenido que imaginármela. Es que a la persona encargada de leerme las opciones y rellenar los espacios en el documento impreso le da yuyu esa parte de su trabajo. Y entre la búsqueda de la opción más económica y las cosas que a uno le empiezan a pasar por la cabeza, esos flashes del futuro; nos vamos poniendo nerviosos y cada comentario nos provoca una risita asustona y flojindanga. Pero no te puedes reír, porque estás en el despacho de una sucursal bancaria, rellenando y firmando documentos, nada menos que con la señorita subdirectora, que es una profesional competente y una especie de ángel de la guarda de los dineros que nunca tengo. Y estás tratando un asunto de los más serios que se puedan tratar. Un asunto de vida o muerte. De containeres y cenizas que alguna vez habrá que dividir entre dos corazones y dos patios.

Mientras, pago el derecho al pataleo de vivir, a imaginar que alguna vez, antes de irme, podré sembrar algo mío en mi patio cubano o en uno andaluz como ese de la foto. Crear y conservar mientras se pueda un lugar estupendo para sentarme con los amigos a coger fresco, beber y reírnos de las parcas y sus lujos, y celebrar días como hoy en que la tierra anuncia que resucita.

domingo, 14 de marzo de 2010

Vámonos de paseo

Hoy no tengo ganas de escribir. Así que cuento (con/de) estas imágenes del martes 9, atardeciendo. Marzo da una tregua.

lunes, 1 de marzo de 2010

De bozales y pistolas

Va esta entrada de hoy.


El bozal.
Nos ha costado sólo 2 euros. Más otros 150 en factura de veterinario. El bozal es para La Rubia, la perra de mi hijo que vino con él cuando mi hijo se mudó para esta casa.
Sabía que en algún momento iba a escribir sobre ella en este blog. Se ha incorporado a la vida aquí, y a mis paseos con Simbad. Por las mañanas voy por la acera con dos remolcadores. Hacemos unos paseos chulísimos, por todo el puerto hasta la Malagueta. Ver correr una podenca egipcia por la arena de una playa es ver la alegría y la elegancia sobre cuatro patas. Y La Rubia (que en realidad es morena, canela clara) parece una perra de diseño art noveau. Y tiene los ojos verdes.
Y es una petarda de cuidado con alma de vagabunda y cara de muerta de hambre. Es flaca y elástica, parece que va montada en cuatro varillas olfateando el mínimo rastro de comida, mendruguitos, trozos de bocadillos, caramelos, lo que pille. Cualquiera pensaría que la maltratamos y olvidamos darle de comer. Come como un hombre, como su dueño. Come la misma cantidad y más que Simbad, que es un perro de 40 kilos. Ella pesa 17.
En la playa vi que también le gustan las plumas de gaviota. Tenía que vigilarla y regañarla, le ha robado carnadas un par de veces a los pescadores de orilla. ¿Ustedes han visto esos segundos antes de cuando sueltan a los galgos en los canódromos? Son puro nervio, temblores y tensión. La Rubia ve la playa y se vuelve loca. Hay que soltarla. Tiene sólo dos años y muchos días continuos de lluvia y frío almacenada en casa. Le quito la cadena. Sale a toda pastilla volando bajito como si flotara a ras de la arena. Si es verdad que alcanzan los 40 kilómetros por hora no me extraña que en diez segundos se ponga a casa del carajo de distancia de mí. Corre, corre y se revuelca, salta por encima de cualquier obstáculo, baja hasta el agua y corre por el borde y a cada rato se para a inspeccionar para ver si hay algo de comer por los alrededores.
La llamo y viene. Tosiendo. Y con un hilo de pescar colgándole de la comisura de la boca. Se ha tragado un anzuelo. Saco el teléfono móvil y llamo a Gonzalo para que avise a Randy. Nos espera una noche movidita.
El anzuelo está ahora en un bote de plástico. 150 euros en estos tiempos, por un anzuelo…bien podríamos enchaparlo en oro. Y encima respiramos aliviados y felices de que a La Rubia no hubo necesidad de abrirla en canal para sacárselo como amenazaban las radiografías, el anzuelo atascado cerca del esófago. Y no hubo que hacer una operación nocturna con tarifa de emergencia. Aunque de todos modos tuvieron que anestesiarla para poder ponerle unos dilatadores en la boca y la tráquea con una lucecita y utilizar unas pinzas largas. En fin, que dos días después la flaca estaba como siempre, estupenda y hambrienta.
Junto con el saco de pienso de 20 kilos llegaron los bozales.
Y mis remordimientos, que descargo en este blog. Yo defensor de todas las libertades, incluidas las de palabra y movimiento, pongo bozales a mis perros para defenderlos del mal, creo.


La pistola
Es de plástico, de fabricación china; de juguete. Es como intergaláctica, podría usarse en alguna película de Terminator o Robocop.
La tengo desde hace tiempo. Estaba destinada a algún niño de la escuela de educación especial Celia Sánchez, en San José, mi pueblo de Cuba. Desde hace años, cada vez que he podido he sido una especie de padrino ocasional de ese centro para niños especiales que tienen dificultades visuales o auditivas. Es una actividad de carácter privado y hasta ahora bastante anónima que he hecho, hago y seguiré haciendo, gobierne quien gobierne, porque en mi país se me conoció como escritor y guionista de obras para niños, porque la carrera que estudié para la profesión que ejerzo fue licenciatura en pedagogía y porque nací en San José y quienes trabajan en esas escuelitas enseñaron y enseñan a leer y a escribir a nuestros hijos. Y esos niños además tienen dificultades añadidas a las de vivir en Cuba.
Conozco por experiencia la agonía y el agobio de trabajar con poco o sin ningún material escolar. En nuestros viajes a Cuba intentamos llevar al menos bolígrafos, gomas de borrar, cuadernos, y algún juguete a ser posible. He tenido bolsas y cajas con lápices y cosas para mandar a esa escuelita dando vueltas en mis mudanzas y cambios de casas. A veces he conseguido que alguien lleve algo. El material que reúno proviene de regalos y donaciones.
Y esa pistola lleva tiempo de cajón en cajón, porque nunca me he decidido a enviarla. ¿Para que acabe en las manos de quién, de cuál niño? ¿Qué hago con ella, se la doy al hijo de algún amigo, al morito de la tienda de la esquina, la dejo como un merengue a la puerta de un colegio y me voy corriendo?
Este fin de semana estoy de limpieza general, cambios y acomodos en mi habitación. Al abrir una caja ahí estaba otra vez la pistolita en su estuche de celofán sin estrenar.
Esta noche he tomado una decisión. Escribir esta nota, y tirar el juguete al contenedor de plásticos. A ver si lo reciclan en otra cosa, en una maceta, una cuchara, alguna pieza para fabricar un telescopio…