sábado, 24 de abril de 2010

Pero yo no soy el enemigo


 
Hasta ahora no había publicado en mi blog un texto no escrito por mí. Voy a hacerlo. Lo recibí de un amigo hace pocos días. Y si la intención de algún bando en la guerra de los bytes es que este texto se difunda, para aclarar o confundir, voy a contribuir a ello. Lo he releído varias veces. Los subrayados son míos. En esas líneas hay también mucho de lo que me duele, lo que me preocupa, lo que me interroga y me llena de incertidumbres.

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ESTO ESTÁ CIRCULANDO EN INTERNET

SIN COMENTARIOS ADICIONALES

Una reflexión sobre Zapata

Estimados compañeros:

Me llamo Daniel y vivo en Cárdenas, Matanzas. Trabajo en turismo y por eso he podido ver en estos días todo el debate que se ha levantado a raíz de la muerte del preso Orlando Zapata. Lo he visto en CNN en Español y Televisión española. También he leído algunos periódicos porque en los hoteles tenemos internet. He leído artículos escritos por intelectuales extranjeros, disidentes cubanos, amigos de la revolución, enemigos. A raíz de todo eso, y de las cartas que andan circulando por ahí, me gustaría compartir una reflexión con ustedes. Yo no soy nadie, ni actor ni cantante ni figura pública, tampoco intelectual, pero si sirve de algo, antes de dedicarme al turismo hice la carrera de sociología, soy militante del Partido y miembro de la asociación de Combatientes de la Revolución por haber cumplido misión internacionalista en Etiopía.

Lo primero que quiero contarles es que la muerte de Zapata me ha dejado muy confundido. Al margen de que Amnistía Internacional diga que era un preso de conciencia y nuestro gobierno insista en que era un preso común, Zapata ha muerto por una huelga de hambre. Porque se negó a comer. He pensado mucho en eso. ¿Qué le pasa por la mente a una persona para hacer algo así? Yo no lo sé, pero reconozco que en este país ningún disidente había llegado tan lejos. Al menos que yo tuviera noticia. El Granma ha dicho que Zapata hizo la huelga porque quería un televisor, un teléfono y una cocina en su celda. Que alguien muera por eso sólo admite dos lecturas, o Zapata estaba loco o el Granma miente. Ciertamente la locura podría explicar todo esto, pero si Zapata tuviera antecedentes psiquiátricos, no tengo duda de que el Granma los habría publicado. Así que no me queda más remedio que asumir que este señor no murió por un televisor. Murió por otra cosa. No sé cuál. Dicen que lo manipularon, y seguramente haya algo de verdad en eso, pero convencer a alguien para que se deje morir no debe ser fácil. Ni es tan simple.

Aquí siempre nos han dicho que los disidentes son mercenarios, pero un mercenario no hace eso. Los mercenarios cobran y viven. Los mercenarios no se inmolan por una idea (por muy ridícula que sea), por eso los terroristas de Al Qaeda no usan mercenarios sino fanáticos. ¿Era Zapata un fanático? ¿Un fanático de qué, de la contrarrevolución? No sé qué pensar, porque un fanático no surge de la nada, necesita un caldo de cultivo. ¿Existe en la Cuba de hoy ese caldo de cultivo que genera fanáticos? Sería realmente preocupante. Y una señal muy grave del estado de las cosas. Ya sé que la muerte de un solo hombre no tiene por qué significar nada. Puede ser un hecho aislado. O no. Mientras escribo esto hay otros dos disidentes que también se han declarado en huelga. Y uno de ellos está ingresado. ¿Qué pasará si mueren? ¿Serán otros dos mercenarios aislados, dos pobres víctimas manipuladas?

Lo bueno de hacerse viejo (yo tengo 44 años) es que uno tiene una memoria enorme de las cosas que ha visto. Yo estos días me acuerdo mucho de algo que pasó hace casi treinta años… En 1981 diez presos del ejército republicano irlandés (IRA) se declararon en huelga de hambre en sus cárceles de Gran Bretaña. Muchos cubanos no se acordarán, pero entonces el tratamiento que se le dio en la televisión nacional fue de respeto y admiración. Desde que falleció el primero; Bobby Sands hasta que murió el último; Mickey Devine, todos sus nombres fueron mencionados en el noticiero de las ocho como una forma de mostrar la represión política que entonces ejercía Margaret Thatcher sobre Irlanda del Norte.

No intento comparar Cuba con Irlanda. Pero sí me llama la atención que aquellos huelguistas (algunos de ellos condenados por delitos de terrorismo en los que fallecieron inocentes) merecieran tanta gloria, y los que tenemos aquí sólo desprecio. ¿Por qué? ¿Porque supuestamente son delincuentes comunes, porque son cubanos, porque están contra el gobierno? Soy consciente de que el mero hecho de plantearme esto me coloca en el bando del enemigo. Pero yo no soy el enemigo. Cuestionar la versión oficial de quién era Orlando Zapata no significa que comparta sus ideales (que desafortunadamente ni siquiera conozco). A mí la revolución no me educó para convertirme en una persona insensible, ni en una máquina de repetir consignas (aunque lo han intentado). Yo creo que si un cubano muere de huelga de hambre tengo derecho a exigir respuestas claras y convincentes.

Además, no es la primera vez que me cuestiono una versión oficial. Ni la primera vez que la rechazo. Antes he contado que pasé dos años en Etiopía, en la brigada que apoyaba al gobierno de Mengistu Haile Mariam. Los que estuvimos allí sabemos quién era ese señor, y las barbaridades que hacía en su país. Era obvio que aquello no tenía nada que ver con el socialismo sino con prácticas de un gobernante feudal, pero aunque todos en la brigada éramos conscientes de lo que pasaba (incluidos los jefes de misión) la versión oficial siguió insistiendo en que apoyar a Mengistu era bueno para la causa revolucionaria, pero poco después de que Cuba retirara sus tropas (no el apoyo político) Mengistu huyó de Etiopía en un avión cargado de dinero. Hoy vive en Zimbawe y está acusado en su país de genocidio. Repito: GENOCIDIO. Cuando lo supe, en 1991, me dio rabia por tantos compañeros que fueron a Etiopia a luchar por una causa justa y murieron apoyando a un genocida que hoy vive de su cuenta en Suiza .

Aquella vez mi gobierno se equivocó. Como se ha equivocado muchas veces. Por eso tengo que decirlo; soy cubano, soy revolucionario, pero apoyo incondicional no. Me niego a confiar ciegamente en un sistema que a veces dice la verdad, a veces sólo media verdad, y a veces miente. Como todos los gobiernos del mundo, dirán algunos. Pero éste es el mío, éste es el que me exige cerrar filas sin hacerme preguntas, sin cuestionar qué está pasando en la sociedad cubana para que un preso muera de huelga de hambre.

A mí me enseñaron que en Cuba las huelgas de hambre las hacían los revolucionarios contra Batista. ¿Qué está pasando aquí para que ahora hagan huelga los gusanos? ¿Qué tendría Zapata en la cabeza para que no le baste con ser mercenario, para que elija morirse? Yo creo que para responder a eso tenemos que dejar de mirarnos el ombligo y ser autocríticos.

Hay que cuestionar las cosas, compañeros, porque eso es lo que hace un revolucionario. Y no se le puede llamar mercenario a todo el que lo haga. Algunos lo son, no tengo dudas, pero todos no. Yo no tengo buena opinión de los disidentes porque, en primer lugar, sólo sé de ellos lo que me cuenta el Granma, y segundo porque me siento lejos de personas que defienden posturas conservadoras que llevarían este país a un extremismo de derechas, justo aquello contra lo que siempre he luchado, pero tengo que reconocer que algunas de las cosas que dicen tienen razón. ¿Eso me convierte en disidente? Rotundamente no. Entonces, ¿Dónde está la línea? Por ejemplo, exigir responsabilidades políticas porque en Mazorra han muerto de frio treinta enfermos mentales de los que nadie se ocupó, ¿Eso es hacerle juego al enemigo? Quejarnos de que en los hospitales no haya higiene, o que no podamos salir del país sin permiso ni tener acceso a internet, ¿eso es de revolucionarios o de mercenarios? Lamentar que en mi país exista una ley de peligrosidad, copiada del régimen fascista de Franco, que condena a las personas “proclives” a cometer un delito (sin haberlo cometido aún), ¿Eso es de gusanos o de comunistas? Sinceramente no lo sé.

No sé dónde quejarme, dónde lamentar, dónde exigir. No sé con quién tengo que hablar. ¿Con mi núcleo del partido, con mi presidente del CDR, con el delegado de mi circunscripción? ¿Con el Granma? Créanme que ya lo he hecho y no ha servido para nada. Entonces, ¿Dónde canalizo mi vergüenza? ¿En el Miami Herald? Les voy a contar de qué se habló en la última reunión de mi núcleo del partido; de retirarle el carné a un compañero porque había pedido la nacionalidad española. De eso se habló.

Cuando veo el noticiero me indigno porque siento que me tratan como si tuviera diez años y viviera en la luna. Yo no vivo en la luna. Yo vivo en Cuba y sé lo que pasa. Y me indigna que me digan que un preso ha muerto porque quería un televisor.

Yo no sé lo que quería Orlando Zapata con su huelga, pero sé lo que quiero yo: soluciones a los problemas de mi país. Y podemos buscarlas o decirle al mundo que la culpa de todo la tienen los yanquis y los mercenarios, podemos intentar arreglar esto entre nosotros o mentirnos diciendo que no pasa nada, que la juventud está comprometida, que nuestro pueblo cada día es más heroico y viril, que somos la referencia del mundo, que la calle es de Fidel…

Y sí, mi calle hace cincuenta años que es de Fidel, y no tiene bombillas porque se las roban los de la empresa eléctrica (esos sí son mercenarios), se inunda siempre que llueve y necesita asfalto.
Así que ustedes dirán,
Revolucionariamente,
Daniel

A merced de las palomas en la plaza.




(Escultura en bronce de Pablo Picasso en la Plaza de la Merced. Málaga)

Querida Tere:
Yo dejé de comerme el coco desde que supe que el Ricardortega Memorial Center no va a existir nunca, además, ¿pa qué? ¿Te imaginas? Un caserón viejo, seguro que restaurado como museo, patrocinado por alguna fundación que acumula papeles amarillentos y fotos que salen de las cajas de tu ropero al archivo de ese edificio, y allí te analizan, y te escrutinan, te vuelven al derecho y al revés, escriben sobre lo que escribiste, opinan sobre lo que dijiste o dejaste de decir, escarban en tus leyendas familiares, en tus traumas, en tus mitos, y tus fantasmas. Y luego publican tratados y estudios, convocan conferencias que paga alguna universidad para que un experto hable sobre ti, en una charla didáctica, con diapositivas incluidas, y coche para mover al experto, y hotel caro y avión con asiento en primera clase para que además esos expertos en ti vayan por otras tierras vendiendo tu memoria y el ejemplo imperecedero de tu obra, que de nuevo será discutida y magnificada en simposios y coloquios internacionales. Se harán rutas turísticas sobre tu vida y obra, y el producto de tu trabajo se incluirá, sin discusión, en los planes de estudios escolares, desde la primaria hasta los doctorados académicos.
Tus herederos y amigos cercanos se convertirán en vacas sagradas por el sólo hecho de haber respirado el mismo aire que tú mientras vivías cerca de ellos. Tus allegados también serán invitados a los homenajes en tu honor, y darán el visto bueno para la aprobación de una película o una serie de la televisión nacional en la que se destaca el aporte de tu creación a la obra patria; o dejarán bien claro dónde situar tu monumento dado el caso en que decidan inmortalizarte en bronce y dejarte en algún parque o plaza a merced del smog y de las cagadas de palomas.
¿A que suena genial? Pero sobre todo; ¿a que suena conocido, familiar…?

sábado, 17 de abril de 2010

No voy a ir a Oxford ni un carajo.


Creo que ya nunca iré a Oxford a terminar ese master carísimo. No podré terminarlo porque nunca lo empecé. Los expertos que me iban a instruir en los secretos de la lengua y la cultura británicas se han quedado esperando mi matrícula y sus dineros. Lo siento más por ellos que por mí. Mis universidades de la vida han sido también como las de Gorki.


Leí aquel libro de la entonces editorial soviética MIR: “Mis universidades”, de Máximo Gorki. Fue a instancias de mi padre (que aunque era un anticomunista furibundo y un desconfiado de las historias sobre las maravillas soviéticas), me dejó claro que había cinco clásicos de aquella tierra que no podía ignorar: Turgeniev, Chejov, Tolstoi, Gogol y Gorki.

Cuando leí “Mis universidades” yo aún no tenía muy definidas mis vocaciones ni mi futuro profesional. Con sólo 16 años y unas ganas feroces de aprender; leía con el respeto y el candor que uno pone ante los clásicos a esa edad. Recuerdo que iba por la mitad del libro, el personaje Gorki contaba capítulo tras capítulo que se estaba preparando para realizar su gran sueño de entrar a la universidad mientras pasaba más trabajos y más hambre que un perro amarrado a una carreta, en ese tiempo aprendió a ser pintor de brocha gorda, ayudante de panadero, camarero de barco, vendedor de bebidas y hasta empleado de ferrocarriles.
Ya casi terminando la lectura de las últimas páginas, yo todavía seguía peguntándome y esperando el momento de verlo entrar a las aulas universitarias. Me negaba a aceptarlo; un artífice de la cultura rusa no podía ser aquel protagonista autobiográfico semianalfabeto, con nivel académico de niño de primaria.

Las universidades le enseñaron a vivir. A escribir aprendió solo.

Terminar la universidad fue uno de los retos más bonitos que pude llegar a cumplir. Y salir de la fiesta de graduación con el diploma en la mano, no me aliviaba de la certidumbre, o la incertidumbre de que sabía menos de lo que se esperaba de mi, yo sabía que sabía menos de lo que decía ese diploma de licenciado, por el simple hecho de que mucha de la información que acumulé para los exámenes la había olvidado, o dudaba de su veracidad; pero como estudiante no discutí nada, engullí y aprobé exámenes con resultados regulares, bienes, excelentes y hasta algún que otro sobresaliente. Fueron muchas asignaturas durante seis años seguidos. Trabajaba y estudiaba. Fui el primero de mi familia en conseguirlo. Pero mi madre nunca colgó el título en la sala de la casa. Todavía anda por ahí enrollado en un cajón.

Más que un hombre culto o instruido, me interesaba, y me ha interesado siempre ser un hombre ilustrado, acercarme a esas formas del pensamiento que conducen a la racionalización de las ideas, la civilidad en las costumbres, la ilustración del intelecto. Lo digo muy en serio.

En la universidad de mi época, en lo concerniente a literatura norteamericana y británica nos dieron un barniz y cuatro pinceladas con matices ideológicos. A la literatura ruso-soviética nos acercamos con amor indiscutible, a la del capitalismo, escrita en la lengua del enemigo había que entrarle con guantes, mascarilla y el cerebro desinfectado de antemano, esterilizado.

Hoy ya estoy curado de espanto. Mis universidades continúan siendo aquellas mismas en la que estudió Gorki. Sigo con esa curiosidad divertida y la misma sensación de hombre ignorante que, gracias a Internet, por ejemplo, ahora mismo recién se entera de cosas que otros ya sabían y manejan desde siglos. Me da igual, sigo haciendo mis cursos y mis másteres del universo por cuenta propia. Este invierno mis asignaturas han sido D. H. Lawrence y Graham Greene, de este último estoy terminando “Nuestro hombre en La Habana.” (Our man in Havana)

Jim Wormold, el protagonista, tiene una tienda fracasando en la calle Lamparilla, pretende extender la venta de aspiradoras en una isla donde ya entonces, como en la actualidad, había apagones. Our man in Havana es una novela de falsos espías.

Al menos Greene, hizo el bachillerato en la ciudad de Oxford en el Colegio Balliol. De ahí salió para Nottingham a estudiar periodismo. A partir de entonces vivió de escribir. Y lo que dejó escrito está de alguna manera permeado de esa ilustración que comenzó a florecer en las universidades inglesas hace más de dos siglos.
Son mis descubrimientos en esta especie de postgrado autodidacta que me instruye y me entretiene. Es como un reciclaje que me hace además disfrutar de guiños y detalles que ningún circunspecto británico puede detectar en el escenario de esa novela inglesa; el escenario, esa “Javana” que es como parece que suena el nombre de nuestra ciudad.
Havana filmada en el blanco y negro de l959. Así aparece en la película original, estrenada aquel año. Graham Greene es también el guionista. El atractivo de mi aprendizaje es doble. Veo fragmentos de 10 minutos en Youtube y voy leyendo por las noches antes de dormir, un capítulo o dos. Y voy a la vez poniéndome tareas para buscar al día siguiente información adicional y entender detalles que se me escapan. Ejemplo: Por qué el libro que usan los espías para mandarse mensajes en clave se llama Lamb’s Tales from Shakespeare.
Veo esa Havana de mi remota infancia, y escucho y huelo. Mi posición de espectador no está situada detrás de la cámara, sino en la calle, en los exteriores reconocibles y archifotografiados. Todo de memoria, mis recuerdos saliendo de la también remota memoria. Aquí en Málaga redescubro La Habana a través de una novela inglesa convertida en película. Y aunque parezca que no. Todo tiene sentido y gira y se cierra en un círculo.

Volviendo a Lamb, fui a enterarme de que además de cordero en inglés, es el apellido de un ensayista de ascendencia galesa. Resulta que este señor adaptó e hizo accesible a los niños las historias de Shakespeare. Y ese famoso libro para niños es el que se usa en la trama como instrumento para codificar mensajes. Y de paso, pule el idioma y da la oportunidad a Greene de colar citas de Shakespeare en su novela. Muy cool y muy currado porque la historia entretiene, hace reír y enseña.
Y da un tijeretazo en el tiempo, corta, pega y superpone dos imágenes y dos épocas aquel entonces con este ahora. Lo digo en la foto que acompaña este post.

miércoles, 14 de abril de 2010

Y Silvio sigue invitándome a creerle cuando dice futuro

Ayer hizo seis meses que comencé a escribir este blog y por ahora me planteo darle seis meses más para cerrarlo, me gustan los ciclos, me guían y reconducen; y me ayudan a ordenarme y a organizar


Como el médico me tiene prohibido los disgustos fuertes, con la advertencia de que podré quedarme ciego por una subida de la tensión ocular; tengo claro que la política infarta. Cuido mis ojos para que protejan mi corazón, y entreno los oídos, intentando oír para entender.

No veré bien la realidad, pero aún la escucho. Vengo escuchándola junto con las canciones de Silvio Rodríguez; salen de mi boca de adolescente contento, cantando en un camión repleto de estudiantes de secundaria básica, en un plan La Escuela al Campo, en un lejano verano, en una remota isla envuelta en un futuro distante, siempre distante; futuro -muy del indicativo- en el que yo creía con ese candor que a veces aún me asusta si me ronda, porque me aterra que ese palpitar en el pecho y ese calorcillo en los lagrimales sea ingenuidad, pura ingenuidad quinceañera y cándida.

Uno de mis discos preferidos de Silvio es Causas y Azares.

Escojo y copio las letras de tres canciones que aparecen en ese disco. Para que quien lea entienda con asombro, o con respeto, o con sorna o decepción.



La primera se llama “Cuando digo futuro”. Lean:



Te convido a creerme cuando digo futuro

si no crees mi palabra, cree en el brillo de un gesto

Cree en mi cuerpo, cree en mis manos que se acaban.



Te convido a creerme cuando digo futuro

si no crees en mis ojos, cree en la angustia de un grito

cree en la tierra, cree en la lluvia, cree en la savia.



Hay veinte mil nuevas semillas en el valle desde ayer.

Hay restos de desesperados, hay el hombre y la mujer.

Los hierros se fundieron ya

hay la paciencia hay que dar más.



Hay un país de roca en ruinas bajo otro país de pan

hay una madre que camina codo a codo con su clan.



Los hierros se fundieron ya

hay la paciencia, hay que dar más.



Hay cuatro niños ahora mismo sonriendo en una plaza

y en las trastienda de una bala un militar que no ha dormido



Y aquella linda muchachita vuelve a recortar su saya

sí es importante desde un niño hasta el largo de un vestido.



Los hierros se fundieron ya

hay paciencia hay que dar más.



Yo te convido a creerme cuando digo futuro.



La otra pieza se llama “Canción en harapos” Y su letra es un mensaje a los oportunistas, a los hipócritas y a los pequeños burgueses. Me pregunto si aquel candido del camión en la escuela al campo es hoy uno de esos tres. Cuánto de oportunista, cuán hipócrita he tenido que ser; en qué tipo de pequeño burgués me he convertido; porque soy de los pequeños-pequeños, modelo mini; pero lo soy. Reconozco que he luchado mucho para tener una mesa, no repleta –que eso es un despilfarro- pero sí con lo necesario, y con mantel, sobre todo con mantel, aunque sea de plástico. Y le he dado ropitas a la pobrecita hija del chofer, y dinero, dinero, dinero, vil metal que envío cada vez que junto un poco de lo que logro arrancarles a los capitalistas decadentes y a los burgueses (algunos de los grandes-grandes) que me pagan para que les enseñe a hablar el idioma del enemigo. Llevo más de una década haciéndolo, mandándoles peces y ningún anzuelo, porque no me dejan que ese dinero o esos recursos se usen para otra cosa que no sea ayuda familiar, ayuda, ayuda, ayuda, que nunca alcanza. Es mi karma, el precio que tengo que pagar a los que sufren para poder mantenerme al alcance de la vidriera y el comedor.



Que fácil es agitar un pañuelo a la tropa solar

del manifiesto marxista y la historia del hambre

que fácil es suspirar ante el gesto del hombre

que cumple un deber

y regalarle ropitas a la pobrecita

hija del chofer

que fácil de enmascarar sale la oportunidad.



Que fácil es engañar al que no sabe leer

cuántos colores, cuántas facetas tiene el pequeño burgués.



Que fácil es trascender con fama de original

pero se sabe que entre los ciegos el tuerto suele mandar

que fácil de apuntalar sale la vieja moral

que se disfraza de barricada

de los que nunca tuvieron nada

qué bien prepara su mascara el pequeño burgués.



Viva el harapo señor

y la mesa sin mantel

viva el que huela a callejuela

a palabrota y taller.



Desde una mesa repleta cualquiera decide aplaudir

la caravana en harapos de todos los pobres

desde un mantel importado y un vino añejado

se lucha muy bien

desde una mesa gigante y un auto elegante

se sufre también

en un amable festín se suele ver combatir.



Si fácil es abusar más fácil es condenar

y hacer papeles para la historia para que te haga un lugar.



Que fácil es protestar por la bomba que cayó

a mil kilómetros del ropero y del refrigerador

que fácil es escribir algo que invite a la acción

contra tiranos, contra asesinos

contra la cruz o el poder divino

siempre al alcance de la vidriera y el comedor.



Viva el harapo señor

y la mesa sin mantel

viva el que huela a callejuela

a palabrota y taller.



De la tercera canción tengo poco que comentar. Me gusta así como está y lo que dice. No hacen falta alas para hacer un sueño, basta con que las manos estén libres para actuar, el pecho sin opresión y las piernas tengan espacio para andar. ¿Dónde está ahora mismo ese buen sentido del amor inmenso del que habla la letra? La misma canción responde mi pregunta: acepto cuanto pueda ser útil al coro que compongo

siempre que quieras compartir un sueño ancho, largo y hondo. Oh. Oh Oh…



No hacen falta alas

para hacer un sueño

basta con las manos

basta con el pecho

basta con las piernas

y con el empeño.



No hacen falta alas

para ser más bellos

basta el buen sentido

del amor inmenso

no hacen falta alas

para alzar el vuelo.



Si...

Recojo fondos para pobres de amistad y de sonrisa

recojo cuanto haya de bien en lo que esconde tu camisa

acepto cuanto pueda ser útil al coro que compongo

siempre que quieras compartir un sueño ancho, largo y hondo.

Oh...



Recojo el hielo a la deriva de los polos congelados

luego con buena voluntad y mucha miel haré un helado

no le daré, no le daré al mentiroso y al cobarde

repartiré, repartiré sólo al que ama y al que arde.

Oh...



No hacen falta alas

para hacer un sueño

basta con las manos

basta con el pecho

basta con las piernas

y con el empeño.



No hacen falta alas

para ser más bellos

basta el buen sentido

del amor inmenso

no hacen falta alas

para alzar el vuelo.



Recojo fondos para pobres de amistad y de sonrisa

recojo cuanto haya de bien en lo que esconde tu camisa

acepto cuanto pueda ser útil al coro que compongo

siempre que quieras compartir un sueño ancho, largo y hondo.

Oh...



Recojo el hielo a la deriva de los polos congelados

luego con buena voluntad y mucha miel haré un helado

no le daré, no le daré al mentiroso y al cobarde

repartiré, repartiré sólo al que ama y al que arde.

Oh...



¡Vengan los buenos a comer de este helado gigante!



Pero no habrá coro. Ni quórum. Ni consenso. Ni intercambio. Ni cambio. Las alas permanecen plegadas. Seguimos en harapos sin vuelo hacia ese futuro al que nos convidan creer.

Oh melancolía…, pero esa canción está en otro disco que me gusta menos.

lunes, 5 de abril de 2010

Futuro -del indicativo-.

El presidente de todos los cubanos vivos pide en un discurso de clausura MÁS paciencia para afrontar los cambios y mejoras prometidos. Todo el discurso queda resumido en una única palabra final: venceremos, indica el verbo la acción futura para nosotros, las primeras personas del plural.


Venceremos, sí pero; ¿cuándo?

,

sábado, 3 de abril de 2010

Cumpleaños (¿feliz? :)

Bueno, ah qué negarlo, digamos que un poquito también sí, un poquito feliz, sin exagerar y sin pasarme, que ya son 54 y pesan.

No me quejo. Luego de no se cuántas miles de vueltas encima de esta bola mundial, -tan Aries, terco y corriendo a contrareloj, como siempre- esto es lo que hay; “Wysiwyg” (What you see is what you got) como dicen los ingleses de la BBC. Aún me veo bastante bien, creo yo, tanto física como mentalmente.
Aunque a veces intuyo que mi máquina perceptora de la realidad no siempre coincide con mis niveles de optimismo. Y no paso los castings que la vida me pone por delante. Quedo en el grupo de los eliminados, o (siendo –otra vez- optimista y cándido) en el grupo “de reserva”; por si nos necesitan y nos llaman. (Cuarentones y cincuentones prestad atención)
Hace unos meses mandé una carta de solicitud de empleo. Ya me conformo con tan pocas cosas en esta vida, que he llegado a pensar que seré feliz con un jardín, aunque sea en un patio pequeño; y vendiendo libros en una tienda de barrio. Solicité la plaza de vendelibros. Escribí la carta de presentación y mandé mi currículo profesional.
Cuántas copias de copias de copias de nuestros currículos andarán dando vueltas por los archivos informáticos de las empresas, me pregunto. Pedimos trabajo y contamos nuestras vidas seccionadas, comprimidas y apretujadas en dos folios y medio. (Máxima extensión aceptable según los estándares contemporáneos) Como si fuera posible…
Y encima tenemos que causar buena impresión. Sobre todo, creo yo, a las secretarias y recepcionistas, que son siempre los primeros filtros. (En los concursos literarios también)
Bueno, el caso es que los de la librería nunca me llamaron; ni siquiera para decirme que NO estaba en el grupo “de reserva.”
Una de las grandes ventajas de pasar de los 50, es que ya el currículo te importa un carajo; como dice el chiste que nos mandamos por Internet. Por eso, y porque anda rodando entre desconocidos que nunca me conocerán; aquí va mi currículo y la carta de presentación para ese trabajo que nunca me dieron. (Cuarentones y cincuentones prestad atención, otra vez:)

Si (ellos) perdieron la oportunidad de adquirir un producto/productor/empleado de (aún) tan buena calidad, y en perfecto estado de funcionamiento, y por un precio nada exorbitante, que se jodan (ellos). ¿A que sí?
………………………………………………..
Málaga, Enero de 2010

Atentamente a: Responsable de Personal

Asunto: Solicitud de Empleo.

Estimado señor(a)

He visto al pasar por la librería un anuncio en el que solicitan personal. Envío mi currículo en documento adjunto.
Creo que es un trabajo que podría desempeñar con mucho agrado, debido a mi afecto por los libros y a mi experiencia con ellos. Y me gustaría mucho poder colaborar en el desarrollo de vuestro proyecto de comercio cultural porque lo veo serio, original y diferente.
Ojalá que la información que recoge mi currículo se corresponda en lo más posible con el tipo de candidato que necesitáis. Soy universitario, licenciado en Pedagogía en la especialidad de Lengua Inglesa. Tengo libros publicados. He sido profesor de literatura y de Español para Extranjeros. Tengo una amplia experiencia docente con niños y jóvenes. Sé tratar y atender a personas y conozco cómo organizar talleres, tertulias y diferentes tipos de actividades.
Nací en Cuba. Vine a España en 1993. Resido en Málaga desde el año 2004.
Tengo permiso de trabajo y residencia permanente, Vivo en el centro, cerca de vuestra empresa. Soy muy cuidadoso con la puntualidad y me considero serio y responsable para mi trabajo. Practico artes marciales y me dedico a la enseñanza del Tai Chi, tengo buena salud y buena forma física.
Como consta en mi CV, trabajo actualmente como profesor de Inglés y de Español para extranjeros en empresas de Málaga y como instructor de tai chi en diferentes centros y gimnasios. Mis horas de trabajo están repartidas a todo lo largo del día, y eso me lleva a pasar mucho tiempo moviéndome de un lugar a otro. Mis contratos de trabajo son temporales.
Busco estabilidad y continuidad laboral en una actividad afín con mi experiencia y mis conocimientos. Y estoy disponible para incorporación inmediata, en caso de ser seleccionado.

Queda a su disposición.

Ricardo Ortega.
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DATOS PERSONALES

Ricardo J. Ortega Nápoles.
3 de Abril de 1956, Cuba.

FORMACION ACADEMICA
Profesor de Enseñanza Primaria y Secundaria
Instituto de Perfeccionamiento Educacional. Nueva Gerona. Isla de la Juventud, Cuba.
Licenciado en Pedagogía. (Especialidad Lengua Inglesa)
Instituto Superior Pedagógico de Lenguas Extranjeras. La Habana. Cuba.

EXPERIENCIA LABORAL DOCENTE
(1976-1993 CUBA)
Escuela Secundaria Básica “Vladimir Komarov”. Isla de la Juventud.
Escuela Secundaria Básica “Nicolás Copérnico” Isla de la Juventud.
Escuela Secundaria Básica “Andrei Grechko” Isla de la Juvenud.
Instituto Preuniversitario “Raquel Pérez” San José de las Lajas. La Habana.
Academia de Idiomas San José de las Lajas. La Habana.

(1994-2009 ESPAÑA)
Academia “Idiomanía” Tres Cantos. Madrid.
Cursos para empresas: “Direct Seguros” Tres Cantos. Madrid.
“Compuware” Tres Cantos Madrid.
“Page Ibérica” Tres Cantos Madrid.
“Banco Santander” Madrid.
“Deloitte” Málaga.
“Garrigues y Asociados.” Málaga
“Angel Asenjo Arquitectos” Málaga
“Construcciones VERA” Málaga
"R L Abogados” Málaga.
“Clínica Gutemberg” Málaga.

EXPERIENCIA LABORAL EXTRADOCENTE
Tai Chi
Practicante del estilo Xin Yi desde 1995 Alumno de la profesora Elena Frías y de los Maestros Xia Zi Cai y Hui Fang Shao.
Instructor titulado.
Centros de Trabajo: Centro Cultural Aldaba. Tres Cantos Madrid.
Gimnasio: “Tábara” Tres Cantos Madrid.
Gimnasio Baby Gym Madrid.
Colegio para niños sordomudos “El Sol” Madrid.
Centro de Mayores “El Perchel” Málaga.
Centro de Mayores “La Trinidad” Málaga.
Gimnasio “Fitness Life” Málaga.

Publicaciones
“La Aventura de la Cruz Pinera." (novela) Edit. Gente Nueva. Cuba, 1989.
"Como Brujas de Mayo" (cuentos) Editorial Letras Cubanas, 1990
“Gente Buena y Verde" (cuentos para niños) Edit. Puerta de Papel. La Habana.1993
“Cinco Puntos Cardinales” (novela) Edit “Lulu.com” España. 2007.
Antologías:
1988 Cuentos Cubanos Contemporáneos. Univ. Veracruz, Jalapa. Méjico.
1989 Los Muchachos se Divierten. Edit. Abril. La Habana Cuba.
1994 El Submarino Amarillo. Univ. Autónoma de Méjico.
Artículos y entrevistas y colaboraciones en diversas publicaciones cubanas e internacionales.
2007 Colaborador con la Revista Hispanoamericana de Cultura “Otro Lunes.Com”

Blog Personal
Sabiapalabra.blogspot.com

GUIONES/ TALLERES, CURSOS_________
Televisión
La Aventura de la Cruz Pinera (serie 15 capítulos) Canal 6 TV. Cubana.
Somos Medicinales (serie 20 Capítulos) Canal 6 TV. Cubana.
Cine
Paisaje en la pared (corto de Ficción - guión)
Colaboraciones para No es tiempo de cigüeñas, documental / ICAIC Cuba 1998

Radio
Redacción de guiones para programas musicales y sobre historia. Radio Camoa. San José de las Lajas. Cuba.
El programa de los Mosqueteros, (dramatizado infantil) Radio Cadena Habana. Cuba.

Cursos - Talleres
El guión y la dramaturgia en la TV y el vídeo. XI Festival de Nuevo Cine Latinoamericano. La Habana Cuba.
Invitado al Primer Congreso Nacional de Literatura Infantil y Juvenil. Sept.- Oct. 1993 Avila. España.
Organizador: Taller de creación de guiones. Tele Cuatro Caminos Madrid 1998.
Taller de Escritura. Centro Aldaba. Tres Cantos. Madrid. 1998.

PREMIOS Y RECONOCIMIENTOS_______________

Mención cuento VII Encuentro Debate Nacional de Talleres Literarios. Varadero. Cuba 1980
Premio cuento. VIII Encuentro Debate Nacional de Talleres Literarios. Sancti Spiritus. Cuba.
Premio Especial Cuento Décimo Aniversario de los Talleres Literarios de Cuba. 1983
Finalista Premio de la Crítica UNEAC. Como Brujas de Mayo (cuentos) 1990
Premio La Rosa Blanca (UNEAC) para La Aventura de la Cruz Pinera. 1990
Premio Caracol Sección Cine Radio y TV. UNEAC Mención y Premio del Público otorgado por
Organización de Pioneros José Martí Somos Medicinales (serie TV) 1991
Premio Cochano III Festival de Cine Infantil Ciudad Guayana Venezuela. Somos
Medicinales (mejor guión) 1993
Revista CIJEF (Internacional Center of Films for Children and Young People). Canadá. Somos Medicinales (serie TV) elegida obra representativa por Cuba 1996.
Finalista Concurso Fundación de Derechos Civiles. Madrid. España. "Concierto para ciudad y orquesta subterránea. " (cuento) 1996.

Actualización enero 2010

viernes, 2 de abril de 2010

El patito en la maleta

Obra en bronce del escultor José María Córdoba por encargo de la Casa Real Danesa, nos presenta al escritor danés sentando en un banco, en actitud relajada. Una escena que podría reflejar a la perfección algunos de esos momentos que el autor de La Sirenita pasó en nuestra ciudad durante los primeros días de octubre de 1862, y que recogió en su obra Viaje por España. Cautivado por la belleza de Málaga, por el mar, su luz y su gente, Andersen llegó a escribir que "en ninguna otra ciudad española he llegado a sentirme tan dichoso y tan a gusto como en Málaga". La obra invita a acercarse y a sentarse al lado de la figura del escritor, a admirar y sentir respeto por su obra y apreciar su forma pionera de viajar siendo uno de los primeros viajeros cultos del siglo XIX.

El texto que publico a continuación fue escrito  a finales del verano de 2007. Hoy lo reproduzco aquí como homenaje al 205 aniversario del natalicio del escritor. Las fotos son también de aquel verano.

Había una vez un niño flaco y largo, casi un garabato de niño, que no tenía con quién jugar sino con unos bamboleantes muñecos de palo. Su padre era el más pobre de los zapateros remendones, su mamá no sabía leer; los tres vivían en un solo cuarto que era, a la vez, taller y sala, dormitorio y cocina. Pero si aquel niño –fíjense en esto–, hubiese podido escuchar estas quejas sobre su hogar estrechísimo, nos habría advertido con una voz firme y resuelta: «Pero de las paredes colgaban cuadros, sobre la cómoda había hermosas tazas y estatuillas de vidrio... Pero la pequeña habitación me parecía grande y rica.» Pues aquel niño era capaz de ver –¡con qué mirada penetrante y pura!– la extraña belleza que se oculta en todas las cosas, aun en las más menudas, en las más desdeñables."   Eliseo Diego.
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Esta mañana te he visto de espaldas. Yo estaba sentado en ese banco que está debajo de una palmera, un poco detrás del tuyo. Yo pensando, meditando acerca de la inutilidad de muchos monumentos. En tu caso, Hans, te han cogido de reclamo turístico.

Como en tu banco hay un espacio vació en el que caben una y hasta dos personas, todo el que puede (sobre todo los turistas), se sienta y se hace la consabida foto contigo. Yo todavía no me la he hecho, y eso que llevo tiempo deseándolo, es que casi nunca tengo una cámara a mano cuando paso a saludarte.
Pues eso, que estaba pensando en lo inútil de los monumentos y las estatuas que se van oscureciendo y ensuciando con el smog, las calimas y el salitre de Málaga. Y con la indiferencia burlona del desconocimiento. Yo soy un ignorante, Hans, pero siempre el misterio de la sabiduría que hay en otros me ha infundido un respeto casi mágico. A veces, esa sabiduría es destilada en palabras que, según se coloquen a la hora de decirlas pueden desembocar en poesía pura. Hay poetas que lo han logrado. Sus versos son como estiletes de sonidos que atraviesan desde el centro del cráneo hasta las plantas de los pies, y ese rastro caliente que dejan dentro, está lleno de revelaciones en las que alumbra la sabiduría. Cuando ese rayo te traspasa no te importa luego erigir un monumento al escritor que te hizo más persona de lo que eras antes de leerlo.
Lo primero que llama la atención de ti cuando uno se acerca a tu monumento en la Plaza de la Marina en Málaga, es el cacho de sombrero que te han puesto en la cabeza. Es un sombrero de risa; bastante similar a los que llevas en las fotos de la época en que ya eras famoso y reconocido como cisne-fénix emergente de entre las cenizas mojadas de tu fealdad. Eras feo con cojones, Hans. Y como si ya eso fuera poco eras, según dices y dicen: retraído, sensible y hasta un poco mariconcito, (todavía hoy no reconocido oficialmente. Nunca se supo.) Eso te quita o te añade méritos, según donde y quien lo mire.
Eliseo Diego te quiso mucho, y me hizo quererte. Gracias a Eliseo, los niños cubanos de mi época tuvimos la oportunidad de leer las primeras traducciones de tus cuentos que se imprimieron en la llamada Cuba post-revolucionaria.

Nací ciento cincuenta y un años y un día después que tú, Hans; también en una isla. Tú en la de Fionia en la lejana Dinamarca de 1805; yo en Cuba, la del Caribe. Tú el 2, yo el 3 de un mismo mes de abril, a miles de kilómetros como abismos entre nosotros. Yo también era bastante feo, aunque no tanto como tú, la verdad sea dicha sin que ofenda. En realidad nunca me importaron tu cara de caballo, ni tus ojos de carnero degollado, si no las lágrimas, las asombrosas lágrimas que me mojaron la cara cuando terminé de leer, por primera vez y por cuenta propia aquella versión traducida por Eliseo Diego de El Patico Feo. Yo tenía seis años y recién descubría cómo uniendo las letras de las palabras línea tras línea, podía uno enterarse sin ayuda, del contenido de la historia más tierna y conmovedora que había encontrado hasta aquel momento de mi corta vida.
Mis llantos de por entonces habían sido siempre motivados por broncas, celos, hambre, golpes, caídas, pescozones, miedos, caprichos, pataletas o amenazas. Pero nunca antes por el asombro o la conmiseración; hasta que cayó en mis manos aquel libro con ilustraciones a media página, y letras grandes, en el que yo pude enterarme, con un creciente nudo en la garganta, de las desventuras de un patito diferente.
Llegar al final de la historia y echarme a llorar sobre las páginas fue como la explosión de un alivio desconocido e inquietante.
Mima, -mi madre- se alarmó bastante con aquel inexplicable llanto de su hijo más pequeño que recién aprendía a leer, y me dijo que no era para tanto, que ya crecería y que no se podía ser tan comemierda en esta vida. El consejo no me sirvió de mucho. Los que lloramos con tu patico, Hans, seguimos siendo: (-aparte de raros-) cursis y sensibleros, qué remedio. Además, mi madre, como la tuya, era también lavandera. Sé que lloraba remojando sus brazos en el agua jabonosa de la batea bajo un naranjo en el patio de mi casa; lavando enormes tendederas de ropa ajena y escuchando rancheras y boleros sobre amores desesperados e imposibles que, según los expertos de hoy, son parte de nuestra cultura nacional y latinoamericana. Son mis herencias; junto con las películas en blanco y negro de una Libertad Lamarque, que siempre se sacrificaba por amor, o del Jorge Negrete, y el Hugo del Carril, machos, muy machos, re-machos que nos enternecían con sus voces profundas y sus cantos a las novias fieles y a las madrecitas abnegadas.
Con el tiempo me tranquilizó saber que a cientos, a miles, a millones de niños en todas partes le había ocurrido lo mismo: las llantinas con tu pato. Y que sigue ocurriendo más de medio siglo después de mi nacimiento; más de doscientos después del tuyo, Hans; como demostración de eso que los expertos llaman ser clásico y universal.
Y lo sé, sobre todo, porque acabo de verlo esta mañana; que estaba yo sentado en ese banco debajo de una palmera, un poco detrás del tuyo. Yo pensando, ya te digo, meditando acerca de la inutilidad de muchos monumentos.


Fue cuando observé lo que te venia para arriba, Hans, el montón, la horda, la jauría de niños de distintas edades, acalorados y vociferantes que se acercaban por la acera, conducidos por varios profesores; seguro que rumbo a la playa de La Malagueta con eso de los planes de vacaciones escolares. En cuanto distinguieron tu hoy ridículo sombrero antiguo, fueron a por ti, a ver si podrían quitártelo de sobre tu cabeza, a tirarte de la narizona que sobresale de tu cara de caballo triste… a reírse de tus zapatos deformados y gigantescos, a ver qué podrían llevarse de ese maletín medio abierto, ese maletín con pinta de destartalado que el escultor que te recreó dejó como al descuido ahí, sobre el banco, bajo tu mano derecha…; ese maletín que prueba que fuiste un viajero incansable y un escritor indeleble, capaz de hacernos vibrar con emociones recién estrenadas en la infancia, de ser compasivos con un patico feo y desamparado, como ese que asoma su cabeza medio deforme por una ranura en el bolsillo, un pato raro y menudo, que al ser descubierto hace que al niño burlón se le asombren la sonrisa de guasa y la mirada de mofa y te conozca, Hans, te re-conozca. Tú eres ese, eras aquel que inventó la primera historia que nos conmovió sin esperarlo, que nos recolocó conceptos como belleza o triunfo. Lo sé, porque lo estaba observando desde ese banco, un poco detrás del tuyo: Vi que, cuando el niño más cabrón y desobediente, jefe de la horda que acosaba tu inútil monumento descubría el pato asomando por un costado del maletín; la cara le cambió, y el gesto, y los movimientos…

Los profesores lo llamaban para que se uniera al resto del grupo rumbo a la playa de la Malagueta; pero el niño no hacía caso, Hans; seguía ahí, sentado en tus rodillas, con la cabeza recostada sobre tu pecho, de repente callado, de repente tranquilo, pensando quién sabe en qué; sin dejar de mirar al bolsillo del maletín por el que asoma un conocido patito desgreñado. Los turistas, ya sabes, aprovecharon el instante; hicieron montones de fotos.


Bueno, al final ya está; la consabida foto. El del patito feo y el del perro lindo. Detrás ese banco en el que me siento a mirar la ciudad junto contigo, Hans.