domingo, 9 de octubre de 2011

“Artistas a los que hay que querer”.




Hace pocos días estoy en mi cocina distraído fregando cacharros; de fondo la 3 de Radio Nacional de España, la locutora dice un nombre al que no presto mucha atención, un nombre de mujer con dos apellidos bastante comunes; otra cantorcita plañidera más, supongo. Hasta que la grabación comienza y de la radio sale una voz que me obliga a que la escuche.

Cerré el grifo del agua y me quedé atento. Cuando terminó la pieza, la locutora repitió el nombre de la artista y yo lo apunté: Silvia Pérez Cruz.

Si este blog fuera un programa sobre música (a veces pienso que va camino de serlo) Silvia sería entonces la artista de la semana.  Y el título del programa sería el de este post de hoy domingo.

He buscado y visto un montón de videos en internet, de los que resumo la información que he ido encontrando: Catalana de procedencia y belleza andaluza. Estudió en el Instituto Superior de Música, lo cual da una idea de que sabe hacer su trabajo y porqué. Sensible. Femenina. Echando mano de un mínimo de recursos técnicos y materiales, me refiero a luces, escenarios, instrumentos acompañantes, y a un máximo de ángel, gracia y finura.

En esto de apreciar arte (o entretenimiento); conmigo sigue funcionando el principio del niño que se fascina lo mismo con un cacharro de juguete sofisticado y carísimo, que con un grillo, o una hilera de hormigas exploradoras descubiertas en un jardín. A esta muchacha la veo, y la oigo, situada en el extremo opuesto de las ladys gagas, spears y demases, a quienes no quito el mérito que han ganado en la industria; pero encanta y hasta tranquiliza, descubrir y afirmar que otras, como esta Silvia Pérez Cruz con su nombre sencillo y su arte de persona cercana, logran los mismos efectos, los mismos objetivos de artista grande con menos efectismos y menos aspavientos.

Encontrar que en su repertorio personal hay, además de piezas catalanas y buen flamenco, un montón de canciones cubanas de las buenas-buenas, fue lo que acabó de decidirme para incluirla en mi lista de “Artistas a los que hay que querer”.

Y basta de cháchara. Pongo dos videos aquí, escogidos de entre todos los vistos. El primero va con ese encanto del lugar en que está grabado, así en plan tarde de aficionados en el salón de los abueletes, y la Silvia ahí con su papá a la guitarra.

Y el segundo porque se explica por sí mismo.

Amigos, descubran y disfruten…