domingo, 21 de agosto de 2011

Una amiga me pide que salga de mi habitación y escriba...

Ando chungo de ánimo, aislado en mí, en espera de que se vayan el calor y los demonios...
Le mando este texto que armé hace varias semanas. Copio y pego. Y quien quiera (o pueda) entender, que lo reciba y lo sienta como suyo...


Imagino el segundo en que la idea destella en la memoria musical del creador, un diminuto punto de luz en el cerebro se conectará a otros de colores y notas diferentes, dando forma a lo que será una colección de sonidos puestos en orden, la melodía…
Percibo esos puntos de luz en las primeras notas de un piano. Imagino el contacto de las yemas de los dedos con las teclas. Veo al compositor convirtiendo acordes en escritura musical. Lo veo llevando la partitura escrita a otros músicos, que leen los sonidos, los entienden y los agregan a otros instrumentos, un violín, sintetizadores, percusión…
Veo el rostro de la vocalista. Lee los arreglos finales sobre los que grabará su voz.
No conozco a ninguno de ellos, ni sé en qué ciudad ocurre, pero los veo entrar a un estudio lleno de equipos de última generación. Insonorizado como una cápsula. Los veo situándose frente a los micrófonos numerados, los oigo ajustando y afinando sus instrumentos, respirando pausadamente, centrados, concentrados, proponiéndose dejar grabado eso, el eso, el rapto que les subió en forma de espiral desde el centro del estómago hacia el centro del cráneo cuando oyeron en sus mentes lo que podría llegar a ser aquella partitura convertida en materia audible. Luego intentarían juntarlo todo y grabarlo para cuando llegue ella… La que pone la voz se llama Erin Williams y hasta hace poco tampoco la conocía de nada.
Ahora me obsesiona imaginar qué sentiría…, con cuál, con cuánta intensidad giraba esa espiral desde el centro de su mente hacia los túneles de su garganta.
Cómo se sentirían sus acompañantes al seguirla mientras la escuchaban. Cómo estarían mirando, con cuáles ojos, los encargados de controlar las maquinas registradoras del hecho.
Cómo se habrán quedado después, cuando se hizo el silencio…

Es lo único que puedo escribir sobre la grabación de este video. Imaginar cómo fue hecha esa música. Porque imaginar palabras para encadenarlas mientras escuchamos es tarea y placer de cada cual. Banda sonora íntima; archivo fotográfico privado, memoria personal, estados de ánimo incluidos.
Desde detrás de esta pantalla puedo ver las caras de algunos amigos a quienes voy a mandar este post. No les puedo privar del placer de crear sus propios estados de escucha.
Son cinco minutos con dieciocho segundos tras los cuales, quizás quien escuche con atención, pueda quedar como en estado de gracia.


2 comentarios:

  1. Sin palabras!!!! Solo intensas sensaciones agradables.

    Gracias por compartir!!!!

    MZ

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  2. Gracias por el envio. La amistad y el afecto espiritual es lo que realmente nos nutre el alma. Besos. Alberto Lauro

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