miércoles, 7 de septiembre de 2011

Desea que mi depresión post-vacacional sea leve…





Escribo a una amiga, ironizo en la despedida de una carta. Primera semana de septiembre y ya estamos de o con la depre-post-vaca… La primera vez que oí hablar de ese fenómeno no pude menos que sonreír. Vaya, otro concepto que mi finada abuelita Rosa (la que me preguntaba porqué hay personas españolas que mueren de anorexia) jamás hubiera entendido. Es muy europeo, muy de país desarrollado, y los sicólogos en los programas de la tele, y los tertulianos de la radio, y los anuncios sutiles de los grandes almacenes lo tienen en cuenta y nos aconsejan la mejor manera de librarnos de ella, de la deprepostvaca, nos dan sus opiniones y consejos, sus mejores ofertas y descuentos, para que al menos nos sea leve el retorno a la realidad por cocinar.
Es un trastorno muy europeo, decía, de gente acomodada, de quienes pueden permitírselo y también y sobre todo para ser justos, de quienes se las han ganado, soñando con ellas semanas antes de que llegaran, añorando esa liberación para viajar y practicar las lecciones de inglés que aprendieron conmigo, por ejemplo, conozco algunos que se morían de ganas de que les llegara ese breve tiempo de quitarse los relojes, las corbatas, los tacones, los trajes de ejecutivas impecables.
Y esos meses y semanas anteriores a los añorados días de libertad, ¿cómo se llaman…, depre-pre-vacas? Seguramente existe, los profes llegamos reventaítos a los finales de mayos o principios de junios, con las neuronas achicharradas y los nervios de punta(s).  Abuela Rosa habría tenido de esa de la pre-vacacional, crónica. Jamás cogió vacaciones. La propia palabra estaba fuera del diccionario cotidiano de la generación de los abuelos. Y si eras ama de casa y madre de doce hijos, no hay más que hablar.
Mientras, los deprimidos post vacacionales vuelven tristes a los gimnasios, miran como con aburrimiento las ofertas de ropa otoñal, se les hace un nudo de miedo en el estómago ante la idea del regresar y reemprender,  de la vuelta a la oficina, vuelta a la clase, al taller; en la tele o en la radio se habla poco de las depres que no son post ni pre, de la de los desempleados con depre permanente y vacaciones obligadas que seguirán tostándose los lunes, y muchos días más de las semanas y meses venideros, al sol de los parques y las colas del paro.



3 comentarios:

  1. Y como se curan las depresiones sinvacacionales?
    O eso mismo que dices, los que están en paro por vacaciones a la fuerza? Un abrazo. Alberto Lauro.

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  2. Qué buen artículo y qué crítica más real a tanta gente aburguesada, como dices, inmersa en la opulencia de todas las necesidades cubiertas, un lujo para estos días. Los que no hemos tenido vacaciones no tenemos depresiones de ninguna índole, el aguijón de sacar adelante cada día y la incertidumbre del mañana nos dejan sin un instante de serenidad para pensar en oasis. Sólo queremos salir adelante y pensar que con este despiadado esfuerzo de hoy alguno de estos años venideros lograremos unos días de descanso, pero prometo no tener depre, de tipo alguno, pues lamentablemente eso implicará que me he vuelto como aquellas laxas mentes que tienen demasiado de todo para vivir. Belén.

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