sábado, 20 de marzo de 2010

Esto es redondo y gira


…para un solo lado, en una sola dirección.


Por eso, tal y como se esperaba hoy, a las 18 y 32, hora peninsular española, llegó oficialmente la primavera.
Aa leluya, lele luya.
Aunque ya veremos si también ocurre eso de “En abril las aguas mil” y tras este invierno de inundaciones y charcos nos tocará sacar los botes y salir remando a tierras altas.
La foto que acompaña este escrito de hoy la he descargado de Internet para ponérmela de salva pantalla. Es un patio andaluz con su olivo y su naranjo y los colores casi en estado puro, es una imagen intemporal del equilibrio. Un patio como el que sueño tener alguna vez en algún rinconcito de Málaga.
Soñar, hoy es permitido, me justifico con la fecha y la foto.

Se puede con-soñar, compartir los sueños decididos. Y una de mis decisiones más recientes, certeras y seguras, es la de quedarme ya a vivir en Málaga (obsérvese el uso del adverbio ya) Aunque parezca mentira, desde que me fui de Cuba hace casi veinte años, no he tenido muy claro dónde asentarme, es-ta-ble-cer-me; que eso ocurren en la mente de la persona, aunque los empadronamientos y papeles de identidad digan que vives en la dirección tal o la mas cual.
Con los lugares para vivir ocurre como con las personas para vivir. Se te pone delante, o llegas a él, lo miras y piensas, éste, me voy a quedar aquí; ésta, me voy a quedar con esta casa, o esta persona. O lo contrario. Sabes tú que eres quien va, quien anda de paso por los lugares y las vidas de los otros.

Vaya trova que estoy metiendo esta tarde. Primavera pura y a pulso. Primavérico total.
Es que me quedaré en Málaga, y lo sé desde hace varias semanas. Estuve a punto de escribirlo en este blog, pero no encontraba el modo de abordar el tema. Así que hoy me ha dado el punto y lo cuento: A principios de año, entre las gestiones que hice cuando me cambié de sucursal bancaria agregué una: Me he hecho un seguro de muerte, de los prácticos tirando a baratitos, hay que ser sencillos así en la vida como en la, (otra?)

Por consiguiente tuve que ver documentos y formularios que son como un catálogo sobre el tema. La oferta sepulcral que vi era tentadora, o cuando menos deslumbrante, aquí uno puede elegir morirse con la categoría que jamás tuvo en vida. Elegir y pagar (en efectivo o por tarjeta), total si elegir tu funeral va a ser el último pedido que uno encargue, y en esta sociedad de la abundancia es como para tirar la casa por la ventana; el mercado de la muerte ofrece catafalcos de oro, acero, níquel, bronce, maderas nobles… Interiores acolchados en raso, seda, o damasco. Arreglos florales alegóricos. Capillas, iglesias, teatros, alguna catedral o hasta algún estadio si se negocia bien el precio de antemano. Limusinas fúnebres, coches de caballos blancos o negros a elegir, música de cámara, coro de cámara, o banda municipal previo aviso, y hasta plañideras gitanas contratadas por obra y servicio si hace falta.

No puedo jurar que así es como aparece en los papeles que firmé, gran parte he tenido que imaginármela. Es que a la persona encargada de leerme las opciones y rellenar los espacios en el documento impreso le da yuyu esa parte de su trabajo. Y entre la búsqueda de la opción más económica y las cosas que a uno le empiezan a pasar por la cabeza, esos flashes del futuro; nos vamos poniendo nerviosos y cada comentario nos provoca una risita asustona y flojindanga. Pero no te puedes reír, porque estás en el despacho de una sucursal bancaria, rellenando y firmando documentos, nada menos que con la señorita subdirectora, que es una profesional competente y una especie de ángel de la guarda de los dineros que nunca tengo. Y estás tratando un asunto de los más serios que se puedan tratar. Un asunto de vida o muerte. De containeres y cenizas que alguna vez habrá que dividir entre dos corazones y dos patios.

Mientras, pago el derecho al pataleo de vivir, a imaginar que alguna vez, antes de irme, podré sembrar algo mío en mi patio cubano o en uno andaluz como ese de la foto. Crear y conservar mientras se pueda un lugar estupendo para sentarme con los amigos a coger fresco, beber y reírnos de las parcas y sus lujos, y celebrar días como hoy en que la tierra anuncia que resucita.

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