domingo, 9 de mayo de 2010

Juguetes para adultos





La simple combinación de ambas palabras: juguete y adulto; nos lleva hasta las puertas de un sex shop, que es al parecer, la única juguetería disponible para quienes hemos dejado de ser niños.


Todavía no me ha dado por ahí, creo que por suerte; aunque cada cual gasta su dinero y se compra los juguetes que necesite para divertir su existencia (y estimular la libido y la imaginación) No critico.

El motivo del titulo de este post es que me he comprado dos cometas.

Papalotes les decimos en Cuba.

Me fascinan desde la infancia.

Volar un papalote, cometa, cachirulo, barrilete… una chiringa hecha con una hoja de periódico doblada en triángulos y atada a un carrete de hilo de coser… Me veo como en fotos fijas de la memoria; y el niño de la foto es un niño feliz conectado desde la tierra con el cielo alto, allá en lo alto donde esa armazón de papel y varillas flota y cabecea contra el viento, amenazando con caer, con irse a pique, irse a bolina…

Eso que vuela allá arriba soy yo, porque los fabricaba con mis manos, con cañas, que en Cuba les decimos güines, con hilos, papel de china y engrudo casero.

Invento de chinos, que son los artífices de las fantasías, y saben convertirlas en fuegos artificiales, en sombras que cuentan historias, en cometas de seda bordada que pueden representar mariposas, castillos flotantes, dragones, por supuesto…

Mis pobreticos y toscos papalotes no podían llegar tan arriba ni en vuelo tan sereno como esas maravillas de diseño creadas por los artesanos chinos.

A los ex niños que crecimos con alguna cuenta pendiente en cuanto a limitación y carencia de juguetes, luego un día, muchos años después, la vida nos pone por delante las cristaleras luminosas y coloridas de las jugueterías especializadas en complacer, e incluso sorprender al niño más pedante y caprichoso (que aquí los hay y muchos, me consta) o los puestos de un mercadillo callejero, llenos de juguetes populares y sencillos, capaces de hacerte feliz con solo imaginarte jugando con ellos.

Dos tardes por semana, en mi camino al Perchel, paso por frente a esos kioscos y veo al cometa naranja con cara de payaso, desplegado, colgando de una vara bajo un toldo, invitándome a volar, a que me lo llevara de allí.

Compré dos, el payaso y otro con forma de mariposa; porque he pensado que cuando vaya a volarlo seguramente no iré solo, y a mi me enseñaron desde niño a compartir los juguetes y los sueños con los que no tienen nada ni cómo echarlos a volar.

3 comentarios:

  1. Teresa Gimenez Garcia11 de mayo de 2010, 11:21

    Me encanta, Ricardo, que tengas cometas. Recuerdo que de pequeña fabricaba cometas con cañas, papel de periódico, cuerda y trapos para la cola. Los arcos eran de una rama de retama y las flechas de varas de lilo. Las espadas eran también de vara de lilo pelada. Qué curioso, ahora uso un sable de verdad, careta y guante hasta el codo. La esgrima, además de ser una actividad bonita y divertida, me mantiene en buena forma (me estoy poniendo cachas) y resulta terapéutica. Creo que ponernos a jugar significa que aún somos jóvenes física y mentalmente y esto es estupendo. Así que disfruta de tu vuelo... Un abrazo. Teresa.

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  2. Muy buena entrada, Ricardo. Cuánta evocación y nostalgia, muy dentro de tu poética. Emotiva y hermosa.
    Un abrazo
    Tony

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  3. Que bonita la imagen que describes volando tu cometa en una playa de la ciudad de Malaga. Y que bonito el detalle de comprar dos para compartir el placer de jugar.
    Desde aqui suena a aire salado, sol alegre, mar brillante y viento jugueton deseoso de ayudarte a volar tu cometa! Gracias por transportarme a ese sentir.
    Un beso, hasta pronto.
    Yaiza

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