Las hay flojindangas frotapubis, y las flojindangas frotacóccix.
Estoy hablando de las riñoneras; y de las formas o maneras en que los cheos cubanos o los catetos españoles solemos llevarlas.
Hay otro modo de portarla, que es hombro izquierdo-sobaco derecho, o viceversa.
También es posible llevarla sin calzoncillos, pero con faldas y a lo loco cuando lo que va entre tus piernas es una sporran, porque ¿qué me dicen ustedes de esos forzudos machangos escoceses, creadores de la sporran la tatarabuela de la riñonera contemporánea? La sporran vista sin ninguna información previa es un bolso de señora joven; lleva pompones, flequitos, adornos y se ata a la cintura con unas cadenitas ultra fashion.
De entrada declaro que me he convertido en un defensor abnegado de la riñonera ochentera; sobre todo al descubrir (con asombro y un poquito de pena) que desde hacía tiempo las declararon accesorios de mal gusto, horteras, ridículos y demodés. Qué injusticia cometen con los cheos y catetos que hasta hoy nos negamos a abandonarlas.
La riñonera resuelve a la hora de la verdad, es más fácil de controlar en una guagua abarrotada, o en aeropuerto que parece un hormiguero.
Es como un bolsillo extra y grande en la cintura, que el portador (o porteador) atolondrado palpa, para cerciorarse de que el monedero, los documentos de identidad, la cámara fotográfica, las llaves de la casa, el mechero, un par de bolsas de plástico, un bolígrafo, una libretica de notas, las gafas, y el teléfono móvil; van seguros, protegidos y compactados en ese mini container a su vera.
En los pasados ochentas; cuando entraron a Cuba, comenzaron a ser conocidas como “mariconas” Ya se sabe que lo que el pueblo bautiza va a misa y se vuelve ley del lenguaje. Pero con todo y el -mal- nombre, la práctica cotidiana, la comodidad impuso la riñonera, canguro, manos libres, o como se llamen. Se convirtieron en unisexuales y lo mismo la llevaban los abuelos y abuelas en sus excursiones de jubilados, que los muchachones deportistas machos absolutos, por las arenas de las playas cubanas trotando kilómetros bajo el sol. Todo lo necesario para la carrera va en la riñonera, botella de agua incluida. La practica. Lo práctico. Se puede andar en cueros con ella a cuestas.
¿Cómo podríamos influir en los grandes modistos y diseñadores para que las rescataran y reivindicaran? Me/les pregunto.
Pues oh, sorpresa, en una publicación de moda para personas bien-pudientes leo:
No digas que no te avisamos, porque los 90 no sólo vuelven en formato 'vintage', sino que se reencarnan de la mano de las firmas de lujo. Si pensabas que el 'boomerang' de la moda se había superado trayendo de vuelta las hombreras, resulta que las riñoneras están en la plataforma de salida. ¿Era realmente necesario? A pesar del pasmo, atino a mostraros aquí un ejemplo de las riñoneras para este verano. Y cuidado que no hablamos de cualquier firma. ¡son de Vuitton!
Casi todos los cubanos de varias generaciones, le debemos la hermosura y fortaleza de nuestras piernas, (je,) a que prácticamente nos criamos pedaleando bicicletas. Qué aporte fue la riñonera para los bicicleteros. Y lo es. La razón se llama sentido práctico y común.
Con la llegada del buen tiempo Esperanza, mi bicicleta y mi riñonera (la mía es de mercadillo de toda la vida) vuelven a escena.
Como se puede observar en las fotos que he sacado de Internet, algunas llevan muy bien merecido el nombre con el que los cubanos las bautizaron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario