sábado, 31 de julio de 2010

Staycation





Los ingleses han inventado la palabra del título de este post; es un compuesto de dos términos: stay (quedar, permanecer), y algo más de la mitad del vocablo vacation;…le pillas el truco, ¿no? O sea que, las vacaciones aquí, sin ir más lejos. Creo que este año (otro más de la crisis) los “staycationists” nos contamos por millones.

Algunos privilegiados se van a Cuba, otros inundan España; otros ruedan por el mundo, en trenes, en autobuses, en furgonetas, en bici; en lo que sea. Se mueven para descansar, para descubrir, para aprender.

¿Pero cómo descansan, descubren y aprenden los que se quedan, los que no se mueven? En mi caso, la respuesta a esa pregunta la encuentro anteponiendo otra: Bueno, ¿y si yo ahora mismo estuviera viviendo en Cuba, cómo se me ocurriría resolver esto…?

Ahí comienza un brain storming con centrifugadora incluida. Objetivo: vacaciones en España, verano en Málaga (ventajas y machaques)

Y las respuestas y las soluciones aparecen de acuerdo al tipo de objetivos a lograr.

Decía en mi anterior escrito que este año, durante las vacaciones de verano, quiero practicar cosas que sé y aprender otras cosas que aún no conozco, quiero además llegar al otoño con ese colorcito de playa, ese bronceado reluciente de los cruceristas que todas las semanas desembarcan y deambulan por esta ciudad. Para mantener la forma física, creo que me gustaría estar unas cuantas semanas desarrollando un buen programa (personalizado) de ejercicios en un gimnasio de los caros, como preparación previa antes de irme a mi (hoy por hoy imposible) seminario anual de reciclaje de Tai Chi con mi maestra. También quiero retomar y re-procesar mis conocimientos con el masaje deportivo y terapéutico. Y, de ser posible, y para compensar tanta actividad física, estaría encantado visitando museos (también de los caros, por supuesto) refinando mi intelecto, para agudizar mis sentidos, para sanar con buen arte los ojos embotados de ver innumerables imágenes de catástrofes y conflictos. En vacaciones, en los museos miramos las catástrofes y los conflictos de otras épocas convertidos en lienzos y esculturas aleccionadores.

Y ya puesto a pedir me entusiasmo y agrego un cursillo de inglés (éste también a ser posible de los más caros) y otro de literatura, en Español. Este año toca literatura norteamericana y latinoamericana, escojo a Jack London, y (otra vez) a Vargas Llosa; todavía siento que aprendo cuando me pongo en contacto con esos autores, y eso es buena señal.

Así pues, si ya tengo el lugar, los objetivos y los contenidos de los cursos que me propongo desarrollar durante el verano, lo que me resta es programar los horarios y dosificar los temarios y estructurar los planes y programas alternando actividades prácticas y teóricas. Haciéndolo todo aquí, pero con esa mentalidad de resolver de allá, de cómo si aún viviera allá. Lo dicho: staycation.

Mi gira de visitas a los museos europeos me la ha pagado el difunto abuelo Antonio, de él heredamos esos cinco tomos de la colección Museos del Mundo, que me llevan al Ermitage, los museos de Florencia, el Louvre, claro está, la National Gallery de Londres, y por supuesto El Prado. Cada tomo consta de unas trescientas páginas; no sé si me dará tiempo a visitarlas todas, sumando los cinco son 1,500... mucho museo cansa; pero los libros son esas piezas fascinantes, encuadernados en cartón duro, papel de alta calidad y reproducciones a toda página (20x30) Son esos libros que nunca nos dejaban prestados en las bibliotecas públicas para llevarlos a casa y mirarlos y curiosearlo todo dentro de ellos con tranquilidad y tiempo, metido en el museo, pero tumbado en la cama, o en el suelo, que es como mejor se ven de niño los libros grandes.

La semana pasada me di un paseíto más o menos rápido por El Louvre, y ahora creo que voy a quedarme unos días descubriendo Florencia antes de irme a Rusia y luego a Londres. El Prado me lo dejo para último, porque lo tengo más visto y también porque es mi favorito.

Los gimnasios de la zona este verano están cerrados (para mis bolsillos) Esas máquinas científicas para correr sobre ellas o moldearte los bíceps sudando a ritmo de Britney Spears están lejos. Y me aburren. No hay nada que me parezca más idiota que pagar para endurecerme el culo y las piernas bufando encima de una bicicleta que no me lleva a ninguna parte. Con lo lejos que puedo llegar en 45 minutos de pedaleo. Y todo lo bonito que hay que ver en Málaga. Y hay sol, del de verdad, no de cabina bronceadora.

Si este año hubiera reservado una excursión en alguno de los cruceros que tocan puerto en Málaga, habría solicitado una habitación doble o una suite con terraza y solario privado, más o menos del mismo tamaño de mi terraza, y a ser caprichosos, con una réplica de macetas y flores andaluzas, para no escatimar en gastos... Desde mi terraza, a cinco calles del puerto, escucho las sirenas de los cruceros, llegando o avisando a algún excursionista rezagado, que se apure, que falta nada para zarpar. Visto desde Google Earth estos edificios en los que vivimos parecen vapores fluviales, y mi terraza esa réplica que quiero para la suite de mi próximo viaje. Saco el equipo de música, conecto las bocinas a este ordenador portátil y busco la música que quiero, tengo algo de espacio para practicar tai chi, y ya de paso hago ejercicios de elasticidad, de eaquilibrio y algo de fuerza, y cojo sol, y riego las plantas, y baldeo el suelo con una manguera, y mojo a los perros que salen huyendo.

El ordenador en la terraza me resuelve muchísimo, no sólo por la música, también pongo los videos que me sirven de guía para corregir ciertas posturas dentro de la secuencia de movimientos y además estudio lo que le tengo que explicar a los abuelos-alumnos cuando retome las clases con ellos en septiembre; mi gran problema con los principiantes: la corrección postural, el colocar el esqueleto en posición correcta antes de intentar aprender nada de lo que seguirá.

Y los videos me sirven para ver cómo mis amigos del estilo que practico (Xin Yi) perfeccionan las practicas con la espada. Miro con atención, copio y repito, con paciencia, y con ese gustillo que da girar el cuerpo conectando las plantas de los pies con el suelo y las palmas de las manos a la empuñadura de una espada.

Pero me parece que de eso voy a seguir hablando en la próxima. Ya este post se hace demasiado largo y no quiero aburrirle las vacaciones a nadie.

1 comentario:

  1. Hoola Ricardo. Muy positivo este artículo. Yo he salido unos días a Cartagena, y ojalá no hubiera ido. Sí, me metí en el mar, que era algo que deseaba intensamente. También pude encontrarme con mis tíos y primos, pero, por lo demás, los días de paz y tranquilidad compartidos con mi hermano resultaron de lo más desagradable, así que estaba deseando volverme a Madrid. Ya ves, tú no te mueves de tu ciudad, y otros que sí nos movemos, al final nos arrepentimos de haberlo hecho. Así que disfruta tus días de libertad, que eso vale mucho. Un abrazo gordo y chillao. Tere.

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