martes, 19 de octubre de 2010

Y ahora… ¿qué hago con mi guayabera?




Mañana es el Día de la Cultura Nacional de Cuba. Estaré muy ocupado trabajando hasta la noche y no tendré tiempo para sentarme a escribir.

Si de algo viven orgullosos los cubanos es de lo que han aportado al arte y la cultura del mundo. Y de lo auténtico y original de las señas que conforman nuestra identidad.

Hace poco leía en el periódico que el gobierno del señor militar presidente de mi país Raúl Castro ordena y dispone el uso de la guayabera como prenda oficial.

Y ya me mosqueé, porque los ordeno-mando-dispongo siempre me mosquean y me ponen alerta, y porque a partir de ahora voy a parecer un funcionario o un poli de la secreta cada vez que decida ponerme una guayabera. Y eso me fastidia bastante. Es que me encantan las guayaberas. De toda la vida.

Fui a una boda aquí en Málaga, todos los señores de traje, y yo con mi guayabera, que encima no era mía, me la prestó un amigo que la tenía porque se la habían traído no sé si de Puerto Rico, Santo Domingo o Miami (sí, en todos esos lugares se siguen cosiendo y vendiendo guayaberas que son verdaderas obras de arte textil.) Era verano cuando fui a aquella boda, y la ceremonia empezaba a las once de la mañana. Todos sudábamos a chorros, pero yo menos porque mi guayabera (prestada) era de algodón refrigerante y mangas cortas. Tenía bordados en los bolsillos. Era de color verde claro. Ya te digo, una joya. Sé que a las tres de la tarde muchos caballeros se aflojaban las corbatas y me miraban envidiosos.
Pero lo mejor fue que nadie me vio como el elemento exótico en una boda por la iglesia de las de aquí de España, en las que la gente (de buen gusto) va estupenda. Y las españolas pueden aparecer luciendo mantillas y peinetas que pertenecieron a sus bisabuelas y que por generaciones cada mujer de la familia usa en actos claves para sus vidas. Ellas jamás van disfrazadas, ellas van así con todo derecho por la simple razón de haber nacido en esta península.

Un cubano se puede casar de guayabera con la misma solemnidad, creo yo y quizás con más sobriedad que por ejemplo Felipe de Borbón, que para mi gusto se casó vestido de soldadito de plomo.
Imagino que un cubano puede leer un discurso en las Naciones Unidas, o recibir un premio Nóbel, (si alguna vez le cae a alguien de por allá) y vaya a esos lugares elegante y correctamente vestido con guayabera.

Quiero un sombrero de guano
una bandera;
quiero una guayabera
y un son para bailar…

Así se canta en el punto cubano, es música de guajiros. Esa letra ha estado en todas las radios, todas las décadas. No se gasta.
Dice que se siguen usando los sombreros de guano; que la bandera aparece siempre donde quiera que suene un son para bailar… Y que la guayabera es como una camisa de gala. Y símbolo de cubanía. Aparece junto con el tocororo (ave nacional), la palma real (árbol nacional), la flor de mariposa (flor nacional), el escudo y la bandera. Aparece junto con el danzón (baile nacional) y todo lo demás nacional que ahora no me acuerdo. En las paredes de nuestras escuelas cuelgan los retratos de un José Martí que nos mira como un Cristo en guayabera. Yo lo veía. En mi aula había uno.

Mi hermano y yo tuvimos unas de niños, llenas de botones minúsculos que servían unos para cerrar ojales y otros de simple adorno en los bolsillos y pespuntes. Frente al espejo nos sentíamos elegantes, limpios, planchaditos nos sentíamos enguayaberados, que era como uno iba a las fiestas.
En esas ocasiones nos parecíamos a nuestro padre, que se ponía sus mejores guayaberas para celebrar o resolver asuntos importantes. Había guayaberas cosidas a mano en encargos especiales porque las usaban los abogados y los banqueros, los galanes de cine, los mafiosos, los cantantes populares y los políticos, los políticos todos, los honestos y los corruptos.
De joven seguí alguna vez usando guayaberas o camisas enguayaberadas, que curiosamente le quedan bien a casi todo el mundo. Y yo, como mi padre, y mis abuelos canarios, (y creo que al igual que otros millones de cubanos) asumí como natural vestirme con guayabera para celebrar o resolver asuntos importantes. Lo habíamos heredado sin decretos. Hasta ahora. Y yo no sé qué mala sombra tiene los decretos, que siempre se cargan la gracia de lo espontáneo.

Pd. Hablando del nombre de la prenda; en un principio las llamaron yayaberas, porque los primeros en usarlas vivían cerca del río Yayabo, en la ciudad de Sancti Spiritus. Allí, en esa ciudad, viven tan orgullosos de su invento que hasta hay un museo de la guayabera.
El nombre se le cambió con el tiempo, dicen que porque los campesinos recogían y guardaban guayabas en sus bolsillos.

Y ya que las menciono; cuando a alguno de mi tierra, (sea del gobierno o no) se le ocurra proponer los dulces de guayaba (en todas sus variedades: mermeladas, casquitos, jalea, panetelas, pasteles, matahambres, …el que sea) como Dulce o Postre Nacional de Cuba, yo me apuntaré para apoyarlo.



3 comentarios:

  1. Gracias Ricardo!!! Besazo

    ResponderEliminar
  2. Yo tengo una, pero nunca me atrevo a ponérmela.Está muy bien el artículo. A propósito Gabo lució un liquiliqui ,que como sabes tiene el mismo tono ceremonial que la guayabera cubana, hoy ya extendida por todo el caribe.Se diferencian porque el liquiliqui es un traje completo y tiene su origen en Venezuela, pero como la guayabera , también se popularizó en el caribe, sobre todo por los ganaderos....eso si el traje va irremediablemente ligado al sobrero de jipijapa o vueltiao , como se dice en la costa colombiana. Creo que Chávez , también ha oficializado el atuendo , como tus paisanos , la camisa. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Buenas cubanito!!!

    Me ha gustado mucho, pero tengo que corregirte un poco, la guayabera es cubana, me la trajo mi prima de La Habana, asi que cubana 100%.
    como ya te dije, sigo con la moja, el arqueolo y el militar en mente, asi que tenemos que echarnos unas cañas y terminar el tema, ok?

    seguire leyendo.
    besos.

    ResponderEliminar