viernes, 17 de junio de 2011

Informe (voluntario) de fin del curso académico 2010-2011


Los contenidos

El eterno alumno no es más maestro que cuando tiene que exponer parte de lo que sabe, porque lo aprendió para enseñarlo, transmitirlo a otros...

Me viene esta idea a la cabeza, la escribo, y la releo…; luego uno quiere aparecer que va de joven por la vida, pero con esa frase lapidaria de maestro viejo…
Evaluación de fin de curso, de eso va el post de hoy.
Terminó mayo y tengo una bandeja de plástico repleta con fotocopias de las clases que di, que he dado durante todos estos meses. Fui guardando una de cada para mí.
Ahora las voy ordenando y separando por meses, fijándome en todos los asuntos que he llevado a mis alumnos.
Un muestreo arroja títulos y temas como: Credit Cards, y un ejercicio de Money Quizz, ejercicios para distinguir vocablos: person-persons, people-peoples…,Human Rights, sacado de la BBC, condicionales, de segundo y tercer tipo, otros temas: Getting older, The benefits of rising early (Los beneficios de levantarse pronto/temprano…; con este asunto machaqué a más de uno) The Boomerang Generation, que va de los hijos que se gradúan y no se marchan de casa. Otro: Expressing your feelings, Body Language, Corporate Image, “The King’s Speech” (sobre la película “El discurso del Rey”,) discursos de Obama, reales, salidos de la Casa Blanca, y así, páginas y páginas, semana tras semana.
Mi “plan de estudios” sacado del día a día de la vida misma, de los titulares de los periódicos, de las grabaciones de la radio, de videos descargados de la web, páginas copiadas, escaneadas, cortadas y pegadas en documentos de Word, con listas de vocabulario y ejercicios afines con la gramática.
Tendría que escribirle además una carta de agradecimiento al equipo de la BBC que trabaja gratis para que nosotros desparramemos  lo más puro de su lenguaje por el mundo mientras nos afanamos en refinar y chapurrear algo que ahora llaman “Globish” global english…

Los alumnos

Mis compañeros de trabajo son mis alumnos. Trabajo con adultos muy preparados. Muy inteligentes, (entiéndase con cerebros entrenados para captar y procesar información) bastante enterados de lo que ocurre a su alrededor; de entre 20 y 40 años de edad, universitarios en su mayoría, con ambiciones, (entiéndase de las buenas, de las de llegar a algo que valga la pena) muy cosmopolitas, y los andaluces muy andaluces cultos, (entiéndase que saben de dónde proviene su cultura y que es inevitable compararla con la de quienes hablan ese otro idioma que nos empeñamos en usar.) La lengua del poder, de los dólares, y la tecnología, que a muchos nos da de comer, y de vivir, y a veces mucho que pensar y de qué discutir.
He tenido suerte de que últimamente no me hay tocado darle clases a personas difíciles, (entiéndase de las que hacen que cada diez eternos minutos mires disimuladamente el reloj) Las personas que trabajan conmigo, mis alumnos, -supongo que alguno leerá este post-; saben que la frase: “lo siento no podemos seguir, se nos ha acabado el tiempo”, muchas tardes ha sonado a de verdad, el “lo siento” significa “ qué pena” que no podamos seguir aquí escuchando, leyendo, apuntando y hablando sobre cosas interesantes, útiles y alguna que otra vez hasta divertidas. En momentos así el salario que gano me ha parecido un regalo más que un premio.
También he tenido un grupo de jóvenes, que están en esa tierra de nadie de recién egresados de la universidad y en pleno período de adaptación laboral, pero jóvenes con esa alegría que se tiene en esa edad, natural, espontánea. En mis clases también se ha debatido sobre la “Spanish Revolution” y los “indignates” (yo les llamo “los up-sets”, en broma) Les pregunto y escucho y aprendo, aprendo…

Los exámenes.

Hace unas noches, en una fiesta de cumpleaños en un café ruidoso coincidí con algunos de ellos. Hablaban de trabajo, por supuesto. Y de evaluaciones. En junio todo el mundo está de exámenes. A los profes también nos evalúan... Se acerca el momento del ranking laboral y, por consiguiente salarial.
Las evaluaciones van quedando en documentos, o cuestionarios que tus jefes llenan y archivan en tu expediente laboral, a veces en ellos aparecen hasta las opiniones de tus compañeros, las positivas, por supuesto, las negativas son casi siempre discretas y anónimas… Me alegro tanto de estar ya tan lejos de eso.
En estos tiempos de free lance no he tenido más jefe que mi conciencia, el reloj despertador, y una tarjeta de plástico con un hueco infinito en el centro que nunca logro llenar con el oro de mi trabajo.
Sin embargo evaluar es una necesidad, (entiéndase cómo: detener y medir un proceso, una máquina, e inclúyase la autoevaluación –con sus mayores o menores márgenes de engaño o realismo-.) La evaluación vista como experimento, para observar en qué condiciones se encuentra el sujeto para afrontar los auténticos exámenes que les pone la vida,  que nos cogen por sorpresa y nos dan los aprobados gloriosos y los suspensos vergonzantes.
No quise ver mi ultima evaluación, o lo que yo considero que es, una que no tiene nada que ver con las que ponen en los expedientes, es un e-mail de alguien que recomendaba  mi trabajo y explicaba al posible interesado porqué yo soy el más apropiado como enseñante, de acuerdo a las necesidades del futuro alumno, y a la disponibilidad y tarifas de los que nos movemos en este mercado. Me preguntaron si  quería leer una copia de ese correo-evaluatorio-carta de recomendación. Me dio más vergüenza que curiosidad, y dije que no.
No sé qué nota debo darme.

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