miércoles, 14 de abril de 2010

Y Silvio sigue invitándome a creerle cuando dice futuro

Ayer hizo seis meses que comencé a escribir este blog y por ahora me planteo darle seis meses más para cerrarlo, me gustan los ciclos, me guían y reconducen; y me ayudan a ordenarme y a organizar


Como el médico me tiene prohibido los disgustos fuertes, con la advertencia de que podré quedarme ciego por una subida de la tensión ocular; tengo claro que la política infarta. Cuido mis ojos para que protejan mi corazón, y entreno los oídos, intentando oír para entender.

No veré bien la realidad, pero aún la escucho. Vengo escuchándola junto con las canciones de Silvio Rodríguez; salen de mi boca de adolescente contento, cantando en un camión repleto de estudiantes de secundaria básica, en un plan La Escuela al Campo, en un lejano verano, en una remota isla envuelta en un futuro distante, siempre distante; futuro -muy del indicativo- en el que yo creía con ese candor que a veces aún me asusta si me ronda, porque me aterra que ese palpitar en el pecho y ese calorcillo en los lagrimales sea ingenuidad, pura ingenuidad quinceañera y cándida.

Uno de mis discos preferidos de Silvio es Causas y Azares.

Escojo y copio las letras de tres canciones que aparecen en ese disco. Para que quien lea entienda con asombro, o con respeto, o con sorna o decepción.



La primera se llama “Cuando digo futuro”. Lean:



Te convido a creerme cuando digo futuro

si no crees mi palabra, cree en el brillo de un gesto

Cree en mi cuerpo, cree en mis manos que se acaban.



Te convido a creerme cuando digo futuro

si no crees en mis ojos, cree en la angustia de un grito

cree en la tierra, cree en la lluvia, cree en la savia.



Hay veinte mil nuevas semillas en el valle desde ayer.

Hay restos de desesperados, hay el hombre y la mujer.

Los hierros se fundieron ya

hay la paciencia hay que dar más.



Hay un país de roca en ruinas bajo otro país de pan

hay una madre que camina codo a codo con su clan.



Los hierros se fundieron ya

hay la paciencia, hay que dar más.



Hay cuatro niños ahora mismo sonriendo en una plaza

y en las trastienda de una bala un militar que no ha dormido



Y aquella linda muchachita vuelve a recortar su saya

sí es importante desde un niño hasta el largo de un vestido.



Los hierros se fundieron ya

hay paciencia hay que dar más.



Yo te convido a creerme cuando digo futuro.



La otra pieza se llama “Canción en harapos” Y su letra es un mensaje a los oportunistas, a los hipócritas y a los pequeños burgueses. Me pregunto si aquel candido del camión en la escuela al campo es hoy uno de esos tres. Cuánto de oportunista, cuán hipócrita he tenido que ser; en qué tipo de pequeño burgués me he convertido; porque soy de los pequeños-pequeños, modelo mini; pero lo soy. Reconozco que he luchado mucho para tener una mesa, no repleta –que eso es un despilfarro- pero sí con lo necesario, y con mantel, sobre todo con mantel, aunque sea de plástico. Y le he dado ropitas a la pobrecita hija del chofer, y dinero, dinero, dinero, vil metal que envío cada vez que junto un poco de lo que logro arrancarles a los capitalistas decadentes y a los burgueses (algunos de los grandes-grandes) que me pagan para que les enseñe a hablar el idioma del enemigo. Llevo más de una década haciéndolo, mandándoles peces y ningún anzuelo, porque no me dejan que ese dinero o esos recursos se usen para otra cosa que no sea ayuda familiar, ayuda, ayuda, ayuda, que nunca alcanza. Es mi karma, el precio que tengo que pagar a los que sufren para poder mantenerme al alcance de la vidriera y el comedor.



Que fácil es agitar un pañuelo a la tropa solar

del manifiesto marxista y la historia del hambre

que fácil es suspirar ante el gesto del hombre

que cumple un deber

y regalarle ropitas a la pobrecita

hija del chofer

que fácil de enmascarar sale la oportunidad.



Que fácil es engañar al que no sabe leer

cuántos colores, cuántas facetas tiene el pequeño burgués.



Que fácil es trascender con fama de original

pero se sabe que entre los ciegos el tuerto suele mandar

que fácil de apuntalar sale la vieja moral

que se disfraza de barricada

de los que nunca tuvieron nada

qué bien prepara su mascara el pequeño burgués.



Viva el harapo señor

y la mesa sin mantel

viva el que huela a callejuela

a palabrota y taller.



Desde una mesa repleta cualquiera decide aplaudir

la caravana en harapos de todos los pobres

desde un mantel importado y un vino añejado

se lucha muy bien

desde una mesa gigante y un auto elegante

se sufre también

en un amable festín se suele ver combatir.



Si fácil es abusar más fácil es condenar

y hacer papeles para la historia para que te haga un lugar.



Que fácil es protestar por la bomba que cayó

a mil kilómetros del ropero y del refrigerador

que fácil es escribir algo que invite a la acción

contra tiranos, contra asesinos

contra la cruz o el poder divino

siempre al alcance de la vidriera y el comedor.



Viva el harapo señor

y la mesa sin mantel

viva el que huela a callejuela

a palabrota y taller.



De la tercera canción tengo poco que comentar. Me gusta así como está y lo que dice. No hacen falta alas para hacer un sueño, basta con que las manos estén libres para actuar, el pecho sin opresión y las piernas tengan espacio para andar. ¿Dónde está ahora mismo ese buen sentido del amor inmenso del que habla la letra? La misma canción responde mi pregunta: acepto cuanto pueda ser útil al coro que compongo

siempre que quieras compartir un sueño ancho, largo y hondo. Oh. Oh Oh…



No hacen falta alas

para hacer un sueño

basta con las manos

basta con el pecho

basta con las piernas

y con el empeño.



No hacen falta alas

para ser más bellos

basta el buen sentido

del amor inmenso

no hacen falta alas

para alzar el vuelo.



Si...

Recojo fondos para pobres de amistad y de sonrisa

recojo cuanto haya de bien en lo que esconde tu camisa

acepto cuanto pueda ser útil al coro que compongo

siempre que quieras compartir un sueño ancho, largo y hondo.

Oh...



Recojo el hielo a la deriva de los polos congelados

luego con buena voluntad y mucha miel haré un helado

no le daré, no le daré al mentiroso y al cobarde

repartiré, repartiré sólo al que ama y al que arde.

Oh...



No hacen falta alas

para hacer un sueño

basta con las manos

basta con el pecho

basta con las piernas

y con el empeño.



No hacen falta alas

para ser más bellos

basta el buen sentido

del amor inmenso

no hacen falta alas

para alzar el vuelo.



Recojo fondos para pobres de amistad y de sonrisa

recojo cuanto haya de bien en lo que esconde tu camisa

acepto cuanto pueda ser útil al coro que compongo

siempre que quieras compartir un sueño ancho, largo y hondo.

Oh...



Recojo el hielo a la deriva de los polos congelados

luego con buena voluntad y mucha miel haré un helado

no le daré, no le daré al mentiroso y al cobarde

repartiré, repartiré sólo al que ama y al que arde.

Oh...



¡Vengan los buenos a comer de este helado gigante!



Pero no habrá coro. Ni quórum. Ni consenso. Ni intercambio. Ni cambio. Las alas permanecen plegadas. Seguimos en harapos sin vuelo hacia ese futuro al que nos convidan creer.

Oh melancolía…, pero esa canción está en otro disco que me gusta menos.

2 comentarios:

  1. Hola Ricardo: hace unas semanas te pregunté en un e-mail por el diagnóstico del médico referente a tus ojos. Ahora, a través de este artículo ya sé lo que ocurre, así que cuídalos mucho para que él problema no vaya a más. Me alegra, por otra parte, comprobar que aún tienes ilusión y aún tienes esperanza, que, según dicen "la esperanza es lo último que se pierde cuando ya se ha perdido la ilusión". Espero que no mantengas la fuerza para alimentar ambas. Un abrazo. Teresa.

    ResponderEliminar
  2. Huy! Perdón por el lapsus. Donde decía: "espero que no mantengas...", naturalmente quería decir: "ESPERO QUE MANTENGAS LA FUERZA...".
    Teresa.

    ResponderEliminar