sábado, 17 de octubre de 2009

El ladrón de conocimientos.

Soy yo. Estoy sentado en el suelo, detrás del maestro, entre una chica y una persona con gafas. La foto es de mediados de los 90. La encontré en Internet hace unos meses.

Cuando la expando en la pantalla, me veo en la cabeza un primer mechón de canas. En la imagen estoy mirando no sólo con los ojos, miro con todo mi cuerpo un poco tenso, los hombros elevados; estirando el cuello. Copio y grabo en mi memoria humana (no virtual) la postura del maestro; veo como sus manos vuelan como nubes.

"Las manos se mueven como nubes", tres veces hacia la derecha, tres hacia la izquierda. Es el décimo movimiento en la tabla básica de 24, del estilo Xin Yi.

Ese señor al que miro en la foto es el propietario de los conocimientos. Es el Maestro, con M mayúscula. Nuestro Maestro Xia Zi Cai. Fue el que me tocó. Era el profesor de mi primera instructora, Elena (esa otra persona excelente y adorable que me cogió muchas veces literalmente de la mano, para enseñarme a dar los primeros pasos en ese camino por el que todavía andamos)

Al maestro Xia le molestaba que le fotografiaran y muchísimo menos ser filmado sin su autorización. Y me consta que lo mismo sigue ocurriendo con su esposa, (sucesora y co propietaria de los conocimientos) mi actual maestra Hui Fang.

Verlos ejecutar una serie de movimientos en cadena ha sido para mi como una rareza mágica.

Así que a ese alumno de la foto no le quedaba más remedio que afinar las retinas y conectar la grabadora en las neuronas; como hacía el personaje que le da título a esta entrada.

Cuenta Pascal Faulliot en "El blanco invisible", un libro de narraciones acerca del zen en las artes marciales, la historia de Yang Lu Chan. La anécdota recuerda los guiones de las películas taiwanesas. Yang chico pobre de origen campesino, a comienzos del siglo XIX; sentía pasión por el chuan-shu, el arte del puño. Desde su infancia Yang frecuenta las escuelas de artes marciales de su provincia, Ho Pei, y siendo aún muy joven alcanza el rango de un experto de gran reputación.
No obstante Yang seguía sin encontrar un maestro que le enseñara un arte más profundo, que le condujera a encontrar eso que ellos llaman "El camino de la armonía" (Ellos siempre con esos títulos tan poéticos)
Hasta que Yang oyó hablar del tai chi chuan, arte que empezaba a ser popular en otra provincia china, Honan, a unos 800 kilómetros.
Yang se los hizo andando.

En Honan todo el mundo hablaba del gran maestro Chen Chang Hsiang como el hombre con el "kung fu" más perfecto de su época. Ese experto sólo transmitía conocimientos a los miembros de su familia, en el más estricto secreto.
Yang logra entrar a la casa del maestro y trabajar como criado. De esta manera se las arregla para espiar en secreto el entrenamiento familiar bajo la guía del patriarca. Observa con atención los movimientos, bebe las palabras y los consejos del profesor.
Después, durante la noche, cuando todo el mundo dormía, el criado se ejercitaba en reproducir lo que había visto durante el día, puliendo los encadenamientos para agregarlos a la secuencia que deseaba aprender.

Continuó hurtando información durante varios meses sin despertar sospechas; hasta que una noche fue descubierto e inmediatamente conducido ante la presencia del patriarca Chen.
Se esperaba lo peor, el anciano maestro estaba muy enfadado. Y mucho más cuando Yang reconoció que estaba espiando.
El maestro le pidió al criado una demostración para comprobar hasta cuánto le había robado. Yang obedeció. Ejecutó un encadenamiento con tal concentración y fluidez que el anciano Chen quedó profundamente impresionado al ver un reflejo tan fiel de su Arte.

Dice la narración que el maestro dijo: "Sería estúpido dejarle marchar con lo poco que conoce. Mancharía la reputación de nuestra familia mostrando nuestro arte de una manera tan incompleta. Mejor será que se quede aquí el tiempo necesario para terminar el aprendizaje."

O sea, que al final Yang sale ganando algo así como una beca, o un curso de post grado, que le duró varios años.
Yo comprendo a Yang, su deseo de saber. Aunque no tuve su suerte. No me dieron beca. He tenido que trabajar como cualquier hijo de vecino, para pagarme lo aprendido pedacito a pedacito. Alguna vez tuve que dejar de ir a clases los meses que no tenía dinero para pagarlas.

Acerca del tema monetario-espiritual escribiré en otro momento. Sólo quería agregar, para terminar, que esa tarde en el Parque de El Retiro en Madrid, el Maestro Xia hacía una demostración práctica, respondía preguntas, aclaraba detalles de algún movimiento, bromeaba. Esa tarde estábamos fuera de las clases y los gimnasios, al aire libre y libres.
Y lo mejor, nadie tuvo que robarle nada; aquella tarde nos dio una clase magistral y de regalo.

1 comentario:

  1. Hola Ricardo,
    me encanta tu blog y el taichi Xin Yi cuyas bases aprendí contigo. De momento seguiré con el taichi taoista hasta aprenderlo bien. Quizás, más adelante vuelva al Xin Yi
    Un saludo: Ramón

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