lunes, 2 de noviembre de 2009

Mi bicicleta y el Meditante.



En el post anterior terminaba meditando bajo un puente. Luego voy y me encuentro estas esculturas misteriosas a lo largo de el Paseo del Parque, en el centro de Málaga. “Meditantes”, dije cuando las vi.
Aunque aparece en varias publicaciones, la palabra no está reconocida por el Diccionario de la Real Academia, dice que la correcta es meditador, o meditadora; pero yo necesito escribirla como con gerundio, o como adjetivo convertido en nombre, (en función nominal dirían los gramáticos) La acción está ocurriendo mientras la observo.
Me gustan las palabras nuevas. O las antiguas recicladas y re-adaptadas a nuevos usos.En inglés acabo de aprender: “netizen” ciudadano de Internet (citizen of the Internet) Blogacción también es otra; desconocida hasta hace pocos días. Accionar con los blogs para ver si quienes tienen que re-accionar lo hacen.
Sentado esta vez en un banco de ese parque, mirando las estatuas en hilera; meditando sobre lo meditado; quiero decir, con la mente tranquila, los pensamientos en orden, comparando, asociando, deliberando conmigo mismo.
Llego a los siguientes resultados:
Si tres días después de ir al cine; las imágenes de una película relampaguean como flashes en mi memoria; si esos relámpagos contienen como síntesis de mensajes, o, y sobre todo: preguntas que uno debería o querría contestar; entonces la película que he visto es buena. O yo he visto otras cosas y quizás me invento historias que la película no tiene. Me refiero a Ágora, de Amenábar. A otros no les ha gustado, quizás no lo que han visto, sino de la forma en que se les presenta la historia. Yo salí del cine recordando otras imágenes, las de los talibanes reventando aquellos budas centenarios, esculpidos en las rocas de una montaña. Hace menos de una década.
Hypatia de Alejandría y Yoanis Sánchez han sido dos de las mujeres que han ocupado mi mente durante estas reflexiones concentradas.Yoanis tiene razón. Esta muchacha está dando la cara por muchos de nosotros, cubanos de adentro y de afuera, dice lo que pensamos a solas, lo que se comenta en voz baja en la cocina o en el patio de la casa. Ella da la cara. Es el rostro de la nueva sociedad civil. Uno de los rostros. Leo su blog para encontrar esa pequeña crónica diaria que envía, como si su visión alternativa fuera los recados y los comentarios de mi mamá Emilia cuando evalúa su entorno, allá en San José donde nací.
Algunos lectores del blog de Yoanis temen por ella. Le piden que se cuide, que ande con pies de plomo para que no le tapen la boca y la metan presa.
Eso no ocurrirá mientras miles de personas sigamos entrando a su Web. Espero.
De lo contrario va camino de convertirse, o de que la conviertan en la próxima Aung San Suu Kyi, premio Nóbel de la Paz y líder de la oposición birmana, quien lleva años encerrada en su casa, presa y muda, por enfrentarse, ella también, a un gobierno dirigido por militares. Yoani se define en su blog como "peregrina inmóvil". Me oprime el corazón que latía tranquilo, como bombeando el hilo de mis pensamientos.
Nuestra memoria colectiva, alternativa y extra oficial, está quedando en estas páginas, enganchadas en bytes Efímeras, frágiles.
Recojo la bicicleta y vuelvo a casa.


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