lunes, 11 de enero de 2010

¿Y ahora qué...

Ayer Málaga amaneció semi inundada mientras otras partes de España y Europa se congelan. En medio de un caos con resaca y lluvia, los obreros se afanan para seguir desmontando esa especie de escenografía navideña dentro de la que nos hemos movido desde principios de diciembre. Adiós a los rojos coca cola y los verdes abeto; y a los puñeteros petardos que han tenido al pobre Simbad de los nervios todos estos días. Se descuelgan los adornos lumínicos, se retiran los belenes; y los contenedores de basura no cesan de tragar, cartones y estuches donde vinieron los regalos, cascadas de botellas vacías, envases de todo tipo, y desperdicios de banquetes y vomitonas.
¿Y ahora qué? Enero sigue como negándose a que lo estrenen y lo disciplinen con la vuelta a las rutinas.
¿Y qué hay de esos buenos propósitos que mencionamos en todos los brindis? ¿Les metemos mano o los dejamos en el recuerdo de la foto en la fiesta?
Entre la inactividad por los días de lluvias interminables, el parón navideño en los gimnasios y las comidas con amigos, he engordado. Un kilo cuatrocientos. Y todavía nos quejamos de la crisis. Y de que NINGUNO de nuestros conocidos se sacó la lotería. Nada, otro año más en el que no tendremos que preocuparnos acerca de qué hacer con nuestro exceso de millones de euros, ni con el agobio de despertarnos nuevos ricos (algo para lo cual los pobres nunca estamos preparados)
Yo he tenido lo esencial: salud y ganas de hacer cosas. El resto lo he ido improvisando y acomodando sobre la marcha.
Y también curiosidad por seguir aprendiendo y descubriendo asuntos interesantes.
¿Ahora qué? Nos preguntamos desorientados en medio de una ola de frío siberiano. Entonces nieva y lo bello irrumpe.
El poder de la belleza ha conmovido mi alma de una forma tal que me ha obligado a seguir vivo, a seguir persiguiéndola. Este año otra vez la belleza me pudo, me motivó.
Me asombra que nuestras percepciones de la belleza y el horror sean cada vez más amplias y perfectas. Pero del horror no quiero hablar en esta página, al menos hoy, basta con darse una vuelta por los telediarios para tragarnos una buena dosis.
Tengo, en cambio, algunas buenas propuestas para comenzar el año:
Empiezo con Ká, el espectáculo de El Circo del Sol. ¿Alguien no lo ha visto? No es muy nuevo, pero yo lo descubrí hace poco. El resultado es esa mezcolanza exquisita, un ajiaco de teatro musical, circo, art performance, y fábula de aventuras. Tiene de todo, desde lo más logrado en tecnología punta aplicada a la escena, hasta unas sombras chinescas primitivas y deliciosas. Lo he visto a trocitos. Está en Youtube.

Y por supuesto Avatar. Me encontré (con sorpresa, alegría y hasta alivio) que el cine vuelve a reinventarse.
El cine nos da, otra vez y por suerte, uno de esos prodigios que a cada rato esperamos de él. El Séptimo Arte vuelve a reinventarse en Arte con mayúscula. Esta película quedará como marca, como referente del nuevo lenguaje visual del cine en este siglo.
La he visto hace algunas noches. Luego no podía dormir. La he colocado en el mismo altar en el que rindo culto a Matrix y a Blade Runner.
Vayan y vean.

1 comentario:

  1. Hola Ricardo. Y ahora qué? Buena pregunta. Ahora, nada. Lo que venga, si es bueno, bienvenido sea, si es malo, pues a luchar, como siempre. Como no hago planes, lo que surja cada día y si me apuras, cada minuto. Ví Avatar. Sin palabras. No solo por las novedades de construcción y puesta en escena, sino también y sobre todo, la esencia de sus mensajes. Creo que la voy a ver de nuevo. Aquí tenemos nieve, que me dá una sensación increíble de renovación, de limpieza. Un abrazo. Teresa.

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