lunes, 26 de diciembre de 2011

Top-ten familiar






Top-ten familiar

Indiscutiblemente aquí están  el artista y la canción del año, al menos en el hit parade de mi casa, mi barrio y varios distritos de Málaga. Vas a comprar el pan a la bodeguita de la esquina y de la radio de la vendedora sale la voz de Pablo Alborán, vas por la playa paseando y alguien tararea algo suyo, los muchachos en bicicleta, y las adolescentes acompañadas de sus madres que suspiran y hacen colas en la puerta de las tiendas para comprar el disco de ese chico, que las encantó a todas desde el sofá de su casa con una guitarra pura y dura. Es un hijo de internet, un descubrimiento de Youtube, un artista viral  que comenzó sin otras pretensiones que dar a conocer un puñado de piezas gradadas frente a una cámara web y se vio de repente con millones de ojos y oídos que le prestaban atención. Una casa discográfica se hizo cargo de gestionar ese fenómeno espontáneo y el resto comenzó a ser historia

El muchacho tiene algo, no es nada extraordinario, según él, y es verdad, pero el ángel lo acompaña, tiene el duende del arte que dicen aquí. Lo tiene, es indiscutible. Y encima se ha conservado humilde pese a ir a toda pastilla en el carrusel de la fama en que lo han montado.

Málaga está encantada con él, y los malagueños desde los ilustres y los artistazos, hasta los más humildes lo han arropado. Hay algo en él que todavía está limpio y conmueve.

Esta canción es la número uno en el top-ten familiar; quedará como un réquiem del amor roto para alguien que conozco; como uno de los himnos románticos que mi niña María recordará en el futuro, cuando se ponga a escuchar cómo sonaba su adolescencia en diciembre de 2011.

 Y porque me sirvió para descubrir a Carminho.

Mirando en Youtube encuentro una variedad de versiones y dúos que Pablo Alborán ha hecho con esta pieza; da la impresión de que todas las divas se vuelven locas por cantar con él, y tal parece que el chico ya tiene “Perdóname” preparada para ese fin. Luego el resultado puede ser comparado y todos coincidimos: Carminho la clava, la borda. No se puede ser más fuerte ni más dulce al mismo tiempo.


Fenómeno viral.




Nunca antes se había podido medir la popularidad con tanta precisión, de manera tan global y democrática (perdón por usar una palabra tan dañada y discutible)
Pero el hecho está ahí, medido con la exactitud de las matemáticas. Gente, mucha gente, muchísima gente, más de la que podemos imaginar; gente dispersa por la tierra, dedicando tres minutos con 54 segundos de sus vidas a oír lo que canta una chica sentada en una silla en medio de un salón de una casa donde parece que sus antiguos habitantes dejaron de habitar.
Casa que yo me empeño en ver como una metáfora de esta época, del año que se va...
Voy copiando el número poco a poco para entender el tamaño de la cifra:
We could have had it all…, repite ella en el estribillo, y yo voy poniendo un número tras otro, en grupos de a tres: el uno, dos ochos, el uno, un seis, otro ocho, un nueve, el dos el tres…
188, 168, 923… veces


Concierto de navidad
Quizás en estos días habrá un poco más de tiempo para ir a un concierto. Como andamos cortitos de dinero y no cabemos todo en la sala; vamos a colarnos por aquí.
Para quienes les agradó descubrir este año a Silvia Pérez Cruz aquí la tenemos durante media hora con Las Migas, sus amigas y musicazas de primera.
De este concierto me gustan la atmósfera intimista de sala pequeña, la calidad de grabación de estudio Las caras de estas mujeres estupendas trabajando su arte sin artificios; me gusta que lo que oigo me suena a flamenco muy antiguo y muy elaborado, (ver y oír el caso de “Los cuatro muleros” como una canción de cuna, La Tarara sí la tarara no… Los Tangos de la repompa con ese: “…ay dios mmmiiiiiiiiiooooooooooooooooooo, dios mío dame paciencia pa aguantar yo a este gitano, me falta la resistencia…)







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