jueves, 25 de febrero de 2010

Agua de invierno

Escribía ayer:


Será por tanta lluvia que no cesa en medio de esta rueda del invierno. Estamos…, me siento como bajo una rueda que pasa sobre mí; estamos situados en el punto de las seis y treinta que marcan las agujas del reloj, por debajo de la rueda, girando de derecha a izquierda. Aplastados
Será por las malas noticias diversas que se acumulan en una sola semana. A María en Uruguay se le ha muerto Barbarita, que era la menor de sus hijas. A mis amigas se les mueren sus hijas, pienso con angustia.
En La Habana, el reloj de los diálogos sigue detenido. Otra vuelta de las agujas hacia el mismo punto (muerto); quienes representan a los gobiernos de Cuba y Estados Unidos tampoco volverán a escucharse, no habrá diálogos, ni acuerdos. Y nosotros mirando, esperando. Hartos de esperar. Nosotros, los representados.
Esta noche, el partido que dirige este país no es socialista, ni obrero. Lo gritan los currantes en la calle. El presidente de aquí promete diálogo, y que escuchará. Pero ya no le creemos. No da pie con bola. Se le acaba el tiempo. No puede prometer más.
Un banco me reclama el último fleco de una mensualidad que no alcancé a pagar. He firmado una citación. Me llevarán a juicio si no me exprimo hasta el último hilo de los bolsillos. Que espere y que se joda. No hay de donde sacar. Cuando a todos nos iba bien éramos felices y nos queríamos. El banco recuperó mes a mes todo lo que nos dio, más todo lo que nos cobró por dejarnos usar SU dinero (siempre es de ellos) El ultimo recibo no se pudo. No había. Sigue sin haber. Y yo debo… Sigo debiendo (hasta de callarme)
También había notado que tengo que cambiar mis gafas, ya va siendo hora de unos bifocales, o unos lentes progresivos. Me fui al optometrista a medirme la visión, y esa chica tan profesional de El Corte Inglés, me pone todos los cartoncitos con las letras de diversos tamaños. Yo miro a través de esa máquina con cristalitos, digo lo que creo ver. La noto nerviosa. Me da un papel con los resultados de la medición; dice que no me hace gafas nuevas hasta que antes no atienda un oculista. Mi ojo derecho va desastroso. Casi no ve. Malo. Sólo 22%. Ya he pedido hora para ver al médico.
Y no para de llover.
Será por todo eso que acumulo temas e ideas para escribir en este blog, y las desecho al día siguiente, por superfluas o aburridas. Me desanima la sensación de que voy a hacer perder el tiempo a mis lectores. Como si estuviéramos para perderlo.
De verdad que los inviernos me machacan bastante, y eso que estoy en Málaga, imagino cómo lo llevarán mis amigos cubanos en Estocolmo o Berlín.
Se me acumulan las cartas por escribir o contestar. Al menos tengo este blog, y me descargo. Escribo con incertidumbre y la sospecha de lo inútil de mi empeño.

Escribo hoy:

Esta mañana, uno de mis hermanos me llama desde Valencia para preguntarme si he visto en las portadas de los periódicos la foto de ese albañil negro que ha muerto de hambre y de impotencia en una cárcel cubana.
Quienes seguimos las publicaciones online y los blogs que se escriben desde afuera acerca de lo que ocurre allá adentro, sí lo sabíamos. Llevábamos semanas leyendo esas pequeñas notas, esos gritos ahogados pidiendo auxilio y socorro y atención, y miradas, miren para acá, miren lo que nos está pasando, Orlando se va a morir si continúa en su huelga de hambre. Parece que quienes tenían que hacerlo miraban hacia otro lado escuchando otras cosas, o no oyendo, simplemente sordos. Y nosotros aquí, mirando sin ver, a través de esos cristalitos redondos o de las pantallas rectangulares y planas de los ordenadores, letras que no dicen nada, voces distorsionadas por el rumor de la lluvia que no deja de caer.

1 comentario:

  1. Hola Ricardo. Para mucha gente, demasiada, lo que está cayendo no es agua sino piedras, y en los casos más leves son ranas, sapos y culebras. Unido a todo lo que tenemos que ver y oir a diario, que es para llorar, está lo de cada uno. Mires donde mires hay angustia, dolor y carencias. Me gustaría tener dinero y así poder ayudar a otros pero en esta fase de mi vida el problema no es el banco, sino uno que quería timarme y otro que me va a atropellar, y al final tendré que empeñar hasta mis dientes para poder pagar al abogado que me va a defender. No dejes de escribir, además de ser mentalmente sano, no es ni inútil ni aburrido. Un abrazo. Teresa Giménez.

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