jueves, 11 de febrero de 2010

Vuelvo a El Perchel (con El Quijote)

Me han renovado el contrato, buena noticia, hasta diciembre, mejor noticia. Vuelvo a las clases de tai chi. Empiezo otra vez con mis alumnos, los abuelos del Centro de Mayores El Perchel.

El Perchel es un muy antiguo barrio de Málaga, tan antiguo que hasta aparece mencionado en El Quijote. Yo bromeo con mis alumnos, con las abuelas y las llamo Damas del Perchel, del ilustre barrio citado por el Ingenioso Hidalgo en su obra cumbre. Y ellas sonríen halagadas.
Mejor no me pongo a explicarles porqué Cervantes cita al Perchel y lo pone en el primero de una lista de zonas y ciudades similares en otras partes de España que, cuatrocientos años atrás, eran de todo menos ilustres.
Tengo la edición de El Quijote de 2004, la que publicó la Real Academia cuando el IV Centenario de la novela; el libro es un ladrillo de los grandecitos, pesa 960 gramos, o sea le faltan 40 gramos para el kilo. Abulta como un kilo de azúcar o de arroz. (Antes de escribir lo anterior, he ido a la cocina y pesé el libro en la báscula electrónica de la termomix) Dentro de ese objeto con las dimensiones y el grueso de un ladrillo hay mil doscientas cincuenta páginas de papel Biblia de grano fino, encuadernado en cartoné con brillo. Es un container.
El contenido es una delicia que se disfruta con horas y paciencia, cosas de las que carezco en estos tiempos. Y con sentido del humor y mirada como de niño, que de eso si algo me quedará todavía. Ojalá tuviese el tiempo y esa paciencia suficientes para sumergirme en todos esos sesudos y profundísimos estudios que hay que leerse antes de empezar la novela, nueve estudiosos, entre ellos Vargas Llosa, Francisco Ayala, y Martín de Riquer, nos dan sus visiones (eruditas e inteligentísimas) como aperitivo. Pero yo no sé si me echarían a echar a perder la lectura, y acabaría tomándomelo como cuando alguien te ultrarecomienda que observes y tengas en cuenta, y te fijes en las escenas de la película tal, cuando vayas a verla por primera vez. Te condicionan. Y un poco que te la joden.
Yo le entré al Quijote en mi adolescencia en la biblioteca de mi padre, y no le pude. Y ahora con esta edición especial lo que me ocurre durante la lectura es que cada diez líneas tengo que parar para buscar la nota a pie de página, y hay páginas que tienen entre cuatro y diez notas en los pies. Así no hay quien avance, y leo como con la sensación de tener a un pesado, que ya se vio la película, y lo tenemos sentado al lado en el cine, explicando lo que estamos viendo.
Y recuerden que hay que leerse 1,250 páginas de papel cebolla.
Sostener el libro frente a nosotros durante la lectura puede servir también para ejercitar y tonificar los músculos de las manos, muñecas, brazos y antebrazos. Dentro de una bolsa o portafolio funciona como mancuerna y podemos incluir ejercicios para los hombros. Lo sé. Lo he probado. Llevo gran parte de mi vida acarreando enciclopedias.

Mis relaciones intra-literarias con la realidad externa. A eso llamo lo que me ocurrió con la Ceiba de Don Alejo. Y luego leyendo El Quijote, aquí en Málaga. De no ser porque estaba trabajando en ese barrio de El Perchel en los momentos en que releía El Quijote, no me habría fijado en esas líneas.
Explico: En el Capítulo Tercero, titulado La Vela de las Armas. Don Quijote ya ha emprendido su aventura. Va por los campos de Montiel, comarca de La Mancha entre Ciudad Real y Albacete, y al anochecer, cansado y con hambre, se hospeda en una venta. Don Quijote confunde la venta con un castillo y cree que ventero es el amo del lugar. Luego de comer, don Quijote le pide al señor del castillo que le ordene caballero.
Copio un fragmento breve:

Capítulo tercero
Donde se cuenta la graciosa manera que tuvo D. Quijote en armarse caballero.

…No esperaba yo menos de la gran magnificencia vuestra, señor mío, respondió D. Quijote; y así os digo que el don que os he pedido, y de vuestra liberalidad me ha sido otorgado, es que mañana, en aquel día, me habéis de armar caballero, y esta noche en la capilla de este vuestro castillo velaré las armas; y mañana, como tengo dicho, se cumplirá lo que tanto deseo, para poder, como se debe, ir por todas las cuatro partes del mundo buscando las aventuras en pro de los menesterosos, como está a cargo de la caballería y de los caballeros andantes, como yo soy, cuyo deseo a semejantes fazañas es inclinado.


El ventero, que como está dicho, era un poco socarrón, y ya tenía algunos barruntos de la falta de juicio de su huésped, acabó de creerlo cuando acabó de oír semejantes razones, y por tener que reír aquella noche, determinó seguirle el humor; así le dijo que andaba muy acertado en lo que deseaba y pedía, y que tal prosupuesto era propio y natural de los caballeros tan principales como él parecía, y como su gallarda presencia mostraba, y que él ansimesmo, en los años de su mocedad se había dado a aquel honroso ejercicio, andando por diversas partes del mundo buscando sus aventuras, sin que hubiese dejado los Percheles de Málaga, Islas de Riarán, Compás de Sevilla, Azoguejo de Segovia, la Olivera de Valencia, Rondilla de Granada, Playa de Sanlúcar, Potro de Córdoba, y las Ventillas de Toledo, y otras diversas partes,(5) donde había ejercitado la ligereza de sus pies y sutileza de sus manos, haciendo muchos tuertos, recuestando muchas viudas, deshaciendo algunas doncellas, y engañando a muchos pupilos, y finalmente, dándose a conocer por cuantas audiencias y tribunales hay casi en toda España; …

(5) Eran todos barrios de mala fama en la época. (N. del E.)

2 comentarios:

  1. Hola Ricardo. Muy gracioso tú, como siempre. pero este comentario es para alegrarme de que vuelvas a tus clases de tai chi. Disfrútalo mucho. Yo hace tiempo que no enseño, por diversos motivos que no vienen al caso, y la verdad es que lo echo de menos.
    Un abrazo con buena energía.
    Teresa Giménez.

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  2. Ehhhhh!!!! Fíjate que acabo de empezarlo y no había reparado en el Perchel!!! Bonita reflexión!!! Ya te contaré cuando lo acabe, yo sí me encuentro con la paciencia suficiente como para leerlo y saborearlo.
    Un besazo en el día de tu cumple.
    Merche Z.

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